Lo de Borja Jiménez en Bilbao acelera su ascenso a la consagración que tantos años lleva buscando. Sevilla, Valencia, Madrid… y ahora la gran plaza del norte, que a buen seguro -debe imperar la justicia- le abrirá las puertas de un territorio que todavía se le resiste. Ya resulta difícil dudar que el de Espartinas viene para quedarse y para darle vida a un adocenado escalafón.
Ha sido el Borja de las grandes tardes de este año como la de Fallas, o como la de Victoriano del Río en Las Ventas, aquella en la que, con el mismo vestido perla y oro, acalló las bocas de los que dos días antes le pusieron en el disparadero por su resbalón con los victorinos. La púrpura comenzaba a pesar.
Se llevó dos grandes toros de Fuente Ymbro, de bandera pero de distinto carácter, un Histérico de explosiva bravura y un Tramposo de caro estilo. El picante de una piparra y la dulzura de un bollo de mantequilla. Dos toros que de nuevo dejaron a Ricardo Gallardo en la cima ganadera de una de sus plazas talismám.
El celo incansable y la viveza de su brava expresión cargaron de emoción la faena de Borja con Histérico. Veías pasar aquel torrente de bravura y se mascaba la tragedia. El corazón del sevillano bombeaba en exceso y Borja, no se vino abajo. Le pudo al toro y su obra tuvo ese don de los artistas de saber llegar al público. Y aunque, como en otras ocasiones ha pasado, pecó de exceso de ganas, ya se sabe que resulta difícil comer despacio cuando se tiene hambre, apenas pasaron unos minutos para ver a un Borja más reposado. Que su toreo, macerado en la barrica de la determinación y la ilusión, todavía necesita ese toque de tiempo.
Con el triunfo amarrado, salió con el alma sosegada y el corazón templado en el último de la tarde. Necesitaba Jiménez torear para él. Dejó aparcada el hambre y comenzó a paladear despacio el viaje acaramelado del fuenteymbro, un superclase. Tal era el grado de fijeza del toro que, colocado en la suerte de matar y Borja con la espada montada, sonó un movil en el tendido y llamó la atención del animal. Sobrevolaban las dos orejas en uno y otro toro, pero nunca asomaron los dos pañuelos. No importó para salir a hombros. El reglamento vasco permite abrir la puerta grande con tres orejas cortadas, así que se ganó tan preciado placer, al alcance de muy pocos. ¡Zorionak Borja!
De nuevo Fuente Ymbro y Borja Jiménez unen sus caminos… como aquella novillada histórica en la Maestranza que ya atisbó una joven promesa que, años después, es toda una realidad.