Dicen los abonados antiguos que la entrada del pasado 12 de octubre en Zaragoza ha sido la más pobre de los últimos tiempos. Más de tres cuartos de plaza. Después de la reforma tan oportuna de los asientos de tendido, se esponja menos la gente y, si hay un hueco, se ve. El día del Pilar era en Zaragoza un lleno cantado. Antes de la crisis, naturalmente. Y, si caía en fin de semana y no como ahora en miércoles, mejor. Y si se hubieran anunciado Morante y El Juli, por ejemplo, la reventa, tan castigada como las propias taquillas, habría hecho no su agosto, pero sí su colecta.
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