“José María Manzanares fue un torero grandioso, ejemplo para todos los toreros. Un artista prodigioso y con virtudes muy importantes como la suavidad, el temple y la largura de sus muletazos. El toreo ha sido siempre suavidad y un leve giro de muñeca para que se produzca esa ligazón que tanto apasiona a los públicos. Cuando el toro repetía, Manzanares imprimía una ligazón a sus faenas que nos hacía disfrutar a sus propios compañeros”. De este modo resume y valora Dámaso González la figura del diestro alicantino. “Su tauromaquia permanecerá en el tiempo como modelo de clase”, subraya.
El albaceteño se encuentra “apesadumbrado” y señala “la muerte siempre es una mala noticia pero lo es mucho más en un torero relativamente joven, que no hace tantos años que se retiró y que gozaba del cariño, la admiración y el respeto de todos sus compañeros y de los aficionados”.