-¿Qué tal se vive en las alturas?
-Pues mira, ahora que estoy en una posición mejor, sufro más. Antes era más libre. No tenía nada que perder y ahora sí tengo mucho que perder, también que ganar, lo reconozco. Cuando no tenía nada y solo podía ganar me sentía más libre y más feliz.
-En la plaza.
-Sí.
-¿Y fuera de la plaza?
-En la plaza he dicho.
-¿No tenías nada que perder dices?
-Más de lo que tenía perdido no podía perder, ahora en cambio, tengo la responsabilidad de tener que seguir triunfando. Estás en los carteles buenos, en los días buenos y tienes que triunfar sí o sí porque los buenos son los que triunfan en esas circunstancias y eso genera una gran presión. Hay días en los que no puedes fallar. Es verdad que es lo que has buscado toda la vida, pero cuando llega genera una tensión muy fuerte, por eso el que es capaz de triunfar más veces y más seguidas y hacer más cosas que otros, es el que se mantiene y al que llaman figura del toreo o como lo quieras llamar.
-¿Tú te consideras figura del toreo?
-No sé, eso es algo que nunca me ha obsesionado. Ya lo pensaré si lo he sido o no cuando me quite. Todavía me queda mucho por hacer y mucho por demostrar. Ojalá que con un poco de suerte y con salud y con todo lo que se necesita para seguir, llegue un año en que me siente en casa solo y yo mismo me reconozca lo que he sido capaz de hacer estos años y me diga, pues sí, he sido figura.
“¿Mi capote?… No soy de alardear. Si pensase que soy el mejor, no avanzaría”
-¿Cuál es la señal en el día a día?… Que te llaman de todas partes, que puedes hacer lo que quieres, que impones…
-Que me llamen o imponer o exigir… no, no creas, a mí eso no me motiva tanto. A mí lo que me motiva es que cuando salga a la plaza la gente me reconozca por lo que hago, que sea torero de toreros… eso sí me motiva. Que los toreros me miren y me reconozcan. Esas cosas sí me gustan.
Es un Daniel Luque rampante y sereno como no se le conocía ni se le esperaba. Vive una plenitud artística en la que da la sensación de que todavía le caben más registros. Pocas horas después de esta entrevista volvía a marcar diferencias en Alicante. A estas alturas parece que esos tirones ya no son noticia por reiterativos. Una constancia en los triunfos que en los despachos no acaban de eliminar reticencias. Será precisamente por esa deslumbrante plenitud, será por eso.
-¿Ahora estas más tranquilo, más sereno, más templado…? Cuéntame.
-Son muchos años de lucha, de sacrificio, de todo lo que conlleva esta profesión y eso ayuda. Seguiré haciendo cosas de las que después me tenga que arrepentir, eso seguro, pero estoy más tranquilo. Cuando decides lo que quieres hacer y lo que quieres demostrar y lo consigues, personalmente estás tranquilo y feliz aunque tengas la carga que puedas tener.
-¿Y entonces?
-Eso te permite ser libre y cuando sales a la plaza con libertad es cuando puedes crear lo que emociona y lo que le llega al público.
-Serás, supongo, tan competitivo como siempre.
-O más. Pero sin hacer ruido.
-O sea, estás más domado.
-A un amigo le preguntaron qué era el Rocío y dijo que eso era un desorden ordenado, pues eso mismo te digo yo.
Me cuenta que en Sevilla estrenó tres vestidos, uno por tarde, detalle que denota mentalidad de figura. El cargo hay que vestirlo, le digo, y asiente. También en Madrid salió de dulce y apunta que le queda pendiente el goyesco que se hizo para Ronda, que como se ha suspendido lo guarda para Bayona y otros dos o tres ternos más que esperan para Bilbao, Pamplona, para el mano a mano con Castella en Dax o para los seis toros de Nimes. Hay días de sobra para estrenar.
Califica la temporada de ilusionante y su paso por Sevilla de importante en lo profesional y en lo personal a la espera del final de temporada, que es el tramo en el que se definen los grandes, cuando se marcan diferencias.
-Ahora viene el momento en el que los toreros debemos mantener la regularidad. Hay que tirar de amor propio y de experiencia para sacar todos los días lo que uno tiene dentro. Son momentos clave.
-¿La regularidad es difícil?
-Clave y difícil. Quizá lo más.
PENA EN LA PUERTA DEL PRÍNCIPE
-¿Si tuvieses que rescatar una tarde de tu carrera, elegirías la Puerta de Príncipe de este año o las hubo más importantes?
-Importantes hubo muchas, pero ahora mismo es la que más recuerdo no solo porque una Puerta del Príncipe es lo más bonito que te puede pasar, sino por todo lo que conlleva vestirse de torero con tan poca ilusión y con tan pocas ganas como lo hice. Que el público me empujase a olvidarme de las circunstancias personales que me envolvían y acabase siendo una tarde tan especial como fue, le da más importancia.
-Entiendo que te refieres a la delicada situación de tu padre tan próximo siempre a tu carrera y que a esas horas permanecía en el hospital con un pronóstico muy preocupante.
-Sobre todo por eso. Fue una tarde muy complicada. Lo mismo que cuando te vistes de torero con mucha ilusión todo fluye, todo empuja hacia el triunfo, en casos como este todo pesa. Cada vez valoro más cuando un torero es capaz de dejar las circunstancias personales a un lado y salir adelante. No es fácil, al fin y al cabo, más allá de ser torero, se es persona.
“Cuando sales a la plaza con libertad es cuando puedes crear lo que emociona y lo que le llega al público”
-Esas circunstancias te vienen acompañando desde que prácticamente comenzó la temporada.
-Las noticias sobre su salud fueron un jarro de agua fría sobre todo por cómo ha sido él conmigo. Entregó su vida, en realidad, lo entregó todo para que yo no abandonase nunca el barco en los momentos difíciles y siguiera y siguiera. Siempre creyó, siempre estuvo ahí y que ahora mire hacia atrás en la plaza y no lo vea no es nada fácil. No quiero que sea excusa para nada, es lo que me toca vivir y ya está.
-¿Qué te dijo cuando se enteró de la Puerta del Príncipe?
-Se lo había prometido. Hoy Puerta del Príncipe, le dije por la mañana cuando fui a visitarle y me dijo ¡ojalá hijo, ojalá! Luego cuando le llamé al acabar estaba feliz, le había llamado todo el mundo y estaba feliz.
-Tras Sevilla, con Madrid llegó la desilusión.
-Se puede decir así, claro. A Madrid le debo mucho y tengo muchas ganas que me vean como estoy ahora mismo. Creo que puedo gustar. En los momentos difíciles y duros de mi carrera siempre me rescató y me lanzó. Tanto de novillero como de matador y ahora en cambio no me están saliendo las cosas. Me ha pasado como con la racha de Sevilla, que no me embestían los toros o yo no salía con el mismo positivismo, llámalo como quieras, pero en el toreo suceden esas cosas.
-¿Y en esos casos?
-Paciencia e insistir. Al final, cuando saltas esa barrera parece todo muy fácil porque las cosas te salen de otra forma. La clave es no perder la ilusión. Madrid sigue ahí y cuando menos lo esperemos la suerte estará conmigo y podré disfrutar de esa plaza y de esa afición.
-¿Tú crees mucho en la suerte?
-Yo creo que en los momentos clave se necesita suerte. Aunque uno esté preparado y tenga todas las condiciones del mundo, el día clave se necesita ese punto de suerte para que un animal quiera colaborar y tú puedas tirar para adelante. Plazas como las que hablamos son muy difíciles. Y si a eso le añades que hoy día hay muchos toreros capaces de torear a la perfección y hacer cosas importantes, el listón está cada vez más alto para sorprender. Cada vez la cosa debe ser mejor, el toro debe embestir mejor y las faenas mejorar en la misma proporción. Cada año lo veo más difícil.
-¿Entonces?
-Hay que persistir, a mí esa sensación me obliga a superarme. Cuando te quitas el vestido en tardes complicadas como la de Madrid todo parece imposible en contraste con otras en las que te parece todo fácil, pero hay que persistir.
-Complicado lo pones.
-Es complicado, por eso cuando consigues el sueño de estar en todas las ferias y que te reconozcan por lo que haces no te cambias por nadie.
“Torear bien no es necesariamente torear bonito. Torear bien es torear con la panza de la muleta, despacio, embrocado, no abrirlo, torear primero en línea y luego llevarlos para atrás, son muchos matices”
-¿Tú crees que el público actualmente es menos impresionable?… Hubo tiempo que con una larga te los ponías de tu parte.
-La gente se deja llevar por los momentos y por días. Tienes que tener la suerte de que te coja el día que todo esté para ti. Hay faenas y tardes y toros que marcan mucho, sale un toro en primer lugar embistiendo a la perfección y se encuentra a alguien que lo torea tan perfecto como se torea ahora y ya se carga la tarde. Ya nadie es capaz de mantener ese nivel y cambiar la tortilla. El que lo consigue es el que marca diferencia, pero no es nada fácil.
-No me has contestado.
-Ahora la gente es capaz de apasionarse por cosas que antes no lo hacía. Y además hay más público en las plazas. En las primeras ferias he visto mucha más gente en los toros, sobre todo gente joven, y eso con lo que nos viene encima es muy importante. Cuando recibimos tantos ataques poder responder con más gente en la plaza y con las cosas tan importantes como se hace actualmente a los toros esto necesariamente tiene que ir para arriba.
SIN VALENCIA, SIN CASTELLÓN, SIN RENCOR
-En un momento de plenitud artística, seguramente con el mejor Luque de su carrera, ni Valencia ni Castellón. Año en blanco, explícalo.
-Son cosas que pasan y seguirán pasando. Yo soy el primero que quería estar en dos ferias tan importantes en las que siempre he estado y desde donde he lanzado muchos años la temporada. No estar me ha dado mucha pena, sobre todo después de un invierno en el que piensas que vas a estar en todas las ferias y de buenas a primeras te quedas fuera. Eso es un palo duro, pero no le voy a dar importancia y no te puedo explicar más.
-Mi obligación es preguntar.
-En preocuparme de esas circunstancias es en lo que anteriormente he cometido muchos errores, así que prefiero aislarme y que sea el apoderado el que haga las gestiones y, donde me quieran contratar, como creo que merezco, iré y si no… Yo no pido más de lo que haya hecho en la plaza. Bajo esas condiciones cuando me llamen iré y cuando no, esperaré. Sin rencor.
“Ni haría algo por mucho dinero que me den si no lo considero, ni dejaría de hacerlo por dinero si me apetece”
-¿La diferencia en esos casos ha sido de pasta, de carteles, de qué?
-Muchas veces es un poco de todo. Yo ni haría algo por mucho dinero que me den si no lo considero, ni dejaría de hacerlo por dinero si me apetece hacerlo. Si lo siento y me apetece, lo hago sin tener en cuenta el dinero. En realidad, eso es algo que hago a menudo. El dinero no lo es todo. En el toreo lo más bonito es la pasión y la ilusión de hacer algo que pueda ser un beneficio para ti y sobre todo para el aficionado que es quien lo disfruta.
-Tengo la sensación de que, al menos en España, en los carteles de feria más estelares no te acaban de hacer hueco. ¿La tienes tú también?
-Es verdad que hay momentos que te hacen pensar. Te preguntas si tienes que hacer todavía más o si no has hecho lo que tenías que hacer o qué pasa. Al final entiendes que la respuesta está en la plaza, te dices que hay que seguir triunfando, seguir tu camino, seguir demostrando lo que uno puede hacer. No queda otra. Para qué vas a entrar en si me tenían que poner o no me tenían que poner… ¿Voy a ganar algo con esas inquietudes?… está demostrado que no. Al final, pensar en cosas que no están en tu mano son pérdidas de tiempo.
-Sereno, es verdad, te escucho muy sereno, como nunca.
-En estos casos lo mejor es lo del mulo, las antojeras y para adelante.
-¿Tienes la sensación de que a ti te exigen más que a otros?
-Es lo que más me gusta. Sobre todo si es en la plaza me motiva. En los despachos y todo eso no sabría decirte. No estoy allí para saber si conmigo hacen cosas que con los demás no hacen. No sabría contestarte. A simple vista lo parece, tú mismo lo has dicho, mucha gente lo dice, yo prefiero seguir mi camino y no preocuparme de esas cuestiones. Lo que tengo que hacer es mejorar, crecer, ser mejor torero y mejor persona.
-En Francia sí eres capitán general.
-Francia es mi rincón de terapia. Es donde cojo moral y donde voy con más ilusión. Te diría que es donde voy a morir. Cuando me visto de torero en cualquier plaza de Francia salgo como he salido en las tardes más decisivas de mi vida. Cuando más los he necesitado han estado a muerte conmigo y ahora tengo que corresponder por todas esas ayudas que han hecho que ahora pueda vivir lo que vivo.
“El toreo es para locos y para listos. Todo hace falta. Ponerse delante de un toro con un trapillo es cosa de locos, pero una vez allí, para salir adelante hace falta listeza. A lo mejor más que un loco, hay que ser un genio”
-Así que pasas los Pirineos y te relajas, pierdes presión.
-A mí Francia no me presiona, al revés, me motiva. Dax es la plaza a la que más cariño le tengo por cómo se han portado conmigo. También a Bayona, a Mont de Marsan, a Nimes… son plazas que me permitieron vivir momentos muy importantes. Ahora estoy muy ilusionado con la tarde de los seis toros.
-¿Me hablas de Nimes?
-De Nimes. Y con una ganadería que me ha dado muchos triunfos como es La Quinta.
-En la que eres todo un especialista cuando para otros compañeros importantes no es una divisa que les seduzca.
-Esta mañana he estado en la finca y he disfrutado una barbaridad. He indultado un toro, he toreado tres vacas más, ha sido sensacional. Hemos vivido unos momentos extraordinarios. Cosas así deberíamos hacerlas partícipes a los aficionados. Habría que poner una cámara para que los aficionados pudiesen disfrutarlas. Engrandecen al toreo.
-Te veo pletórico.
-Con motivo. Un torero en plenitud, en un estado de felicidad interior, libre, sin que nadie te condicione, haciendo lo que consideres en cada momento, lo que sientes, es algo muy hermoso que lastimosamente se pierde la gente en la plaza. Son momentos que te dan moral, que valen para tirar adelante en los días que toca hacer un esfuerzo.
“La Quinta es una ganadería muy especial. Para lo bueno y para lo malo. Es un toro que exige mucha entrega, mucha sabiduría, mucha experiencia. A mí me gusta”
-¿Qué tienen los santacoloma que no tengan los otros?
-Algo especial, es una ganadería muy especial. Lo ves salir y ya lo notas. La primera embestida que te pega un santacoloma ya es distinta a todas. Para lo bueno y para lo malo es un toro que exige mucha entrega, mucha sabiduría, mucha experiencia. A mí me gustan. Como me motiva tanto lo difícil, me gustan.
-Algo te darán también de más, no todo va a ser dificultades.
-Dan mucho. Confianza, por ejemplo. Saber que eres capaz de dominar esa embestida cuando vienen al pasito da mucha confianza. El de esta mañana ha embestido con esa calidad, ha tenido un ritmo extraordinario. Parecía que te decía: “o me llevas o me paro”, y lo hacía, se paraba si no lo llevabas y seguía cuando lo mandabas. Son ganaderías que te gustan y te entiendes con sus embestidas o pasa lo que me pasaba a mí en un principio, que no los veía. No los mataba porque no podía, no los entendía y pasaba un mal rato.
-Los partidarios de los santacoloma han sido toreros buenos siempre, ahí está el maestro Camino como ejemplo.
-Para toreros buenos. Es una ganadería para torear bien y torear bien no es necesariamente torear bonito. En esa casa un animal de los que te deje torear bonito, que te deje poner una compostura buena o relajarte, a lo mejor sale uno, pero la mayoría son para torear bien. Y torear bien qué es, pues torear con la panza de la muleta, torear despacio, torear embrocado, no abrirlo, torear primero en línea y luego cuando ellos ya saben el camino que tienen que coger, llevarlos para atrás, son muchos matices. Son algo especial. Tienen tantos registros, puedes hacer tantas cosas que por eso los elijo siempre que tengo que hacer algo especial.
NO ES EL MOMENTO…
En una charla anterior te pregunté por las diferencias que mantenías con Roca Rey que impedían veros en un mismo cartel, me dijiste que algún día pasaría y se recordaría como una simple anécdota, pero veo que no ha llegado el día.
-No y no porque a lo mejor ni él ni yo no queramos, sino porque se tienen que reunir una serie de circunstancias que no se han dado. Ahora no es el momento de reuniones ni de nada, él está en su temporada y yo en la mía. Cuando termine la temporada Dios dirá, pero lo que sí es verdad es que tiene que haber arreglo, un acuerdo para que ni la gente se ponga a favor de él ni de mí, ni yo me aproveche de nada ni él tampoco. Debe ser un bien para los dos y para el aficionado. Al final las cosas deben ponerse en su sitio porque no podemos dejar perder una ocasión así por una cosa sin importancia.
-¿Sin importancia?
-Tendrá la importancia que se le quiera dar, pero no lo debe pagar el público que es el importante, ni tampoco el aficionado.
-¿Sigues pensando que los toreros sois unos locos cuerdos?
-No tengo la menor duda. Yo mismo cada vez estoy más loco. Es verdad.
-¿Cómo se llega a esa conclusión?
-Alguna vez pienso, y yo por qué hago las cosas que hago si podría vivir de otra forma, pero uno decide meterse en este bonito mundo y carga con todas las consecuencias.
-Pues siempre se dice y es verdad, que para triunfar en los toros hacen falta muchas cualidades, entre ellas inteligencia.
-De acuerdo. Esto es para locos y para listos a la vez. Todo hace falta. No dejas de tener que ponerte delante de un toro con un trapillo a lo que Dios quiera que pase y para eso muy cuerdo no se puede ser, pero una vez allí, para salir adelante hace falta listeza. ¿Sabes?…
-Dime.
-Que a lo mejor más que un loco hay que ser un genio. Muchos nos consideran así. Hacemos cosas los toreros que los demás no son capaces de hacer.
-Por cierto, en qué sigues siendo el mejor.
-Yo no soy el mejor en nada. Lo que sí soy es el mejor partidario de mí, el que intenta sacar todos los días lo mejor de mí, soy quien más me exige. Tanto que muchas veces me paso.
“Soy tan competitivo como siempre o más, pero sin hacer ruido. Un amigo dijo que el Rocío era un desorden ordenado, pues eso mismo te digo de mí”
-Cuando se habla del capote de este o de aquel y no te mentan, igual se te revuelven los demonios de la barriga.
-De verdad que no. No soy de decir que soy esto o aquello o soy el mejor, y bien sabes que soy de hablar, aunque me equivoque y tenga que pedir disculpas, que si hay que pedirlas lo hago, pero de lo que no soy es de alardear. Si lo pensase, no avanzaría.
-Pues si pienso que eres de los dos, tres mejores con la capa, que ese capote tuyo lacio que cuando apenas hace una brisita se pega a las canillas, tiene máximo rango.
-Porque te gusta lo bueno.
-Ahí estamos.
-Pero lo has dicho tú.
-Los capotes sin apresto.
-Los míos no pesan nada. ¿Sabes?… de lo que me siento muy orgulloso y ahí si me hago un poco el creído, es de que haya compañeros que les gusten mis trastos, que quieran coger mi muleta, el palillo, el capote… Eso me hace feliz. Urdiales, del que me siento muy partidario, lleva mi palillo y valora mucho mi capote. Es un enfermo de los detalles, por eso torea como torea.
-¿Cómo son esos trastos?
-Los de siempre, no he cambiado nada.
-Pues Urdiales no se parece mucho a ti.
-No, pero hablamos el mismo idioma.
-A propósito de los compañeros, ¿Perera todavía te mosquea?
-Mira, mira. Este invierno hemos echado unos días de campo extraordinarios, de vacas viejas y mucha charla. Ese es uno de los gustazos que me he dado. Estuve en su casa y me trató con una categoría especial. ¡Que tío! Ya me da un poco menos miedo que al principio, pero le tengo más respeto porque en la plaza es una apisonadora.
-La charla va llegando a su relajo final. Bromeo y le pregunto si sigue siendo tan caprichoso como de jovencito.
-Mucho menos. Como he cometido tantos errores por ser tan caprichoso y tan bobo ahora ha llegado el momento que he levantado el pie. Ahora lo que me gusta es comprar capotes y muletas.
-Daniel, que si uno se arrima tiene derecho a sus caprichos… Nos vemos en Pamplona.
-Nos vemos.