ENTREVISTA

Diego Urdiales: lealtad a un estilo

José Luis Benlloch
jueves 15 de agosto de 2024
Habla Urdiales, Diego, veinticinco años de alternativa (Dax, 15 de agosto de 1999), torero aferrado a su toreo y a su concepto personal y artístico por encima de todo, leal a su espíritu, sin que haya precio que le apee de su fe y a la postre de su pedestal.

-¿Está usted feliz?

-Muy feliz, de diez.

-¿En casa, en el tajo, en el negocio?

-Feliz en casa, feliz delante del toro y estoy menos feliz en lo que envuelve al toreo.

-¿Por qué ese bajón final de nota?

-Es evidente. Esto es un negocio en el que cada uno va a lo suyo. Este arte, que como tal traspasa la barrera de los egoísmos propios del negocio, se debería respetar más. La dignidad, el esfuerzo, en realidad todos los muchos valores que conlleva el toreo, con los que tantas veces nos llenamos la boca, deberían respetarse más.

-¿Y no se hace, no se respeta?

-Es evidente que no se hace. Y en esa marejada no me muevo bien.

-¿Te sientes un incomprendido?-Incomprendido me he sentido en muchos momentos por distintas circunstancias, pero también he de decir que me he sentido muy comprendido. En el único sitio donde no encajo bien es en el sistema que mueve el toreo.

-En ese caso, entiendo, el sustento es el público

-¿Cómo es tu relación con él?

-Mi relación con el público es buena, es misteriosa, es incomprendida y en ocasiones una locura.

-¿Incomprendida en Pamplona?

-Nooo, para nada, estuve muy a gusto. La última vez que me sentí incomprendido fue en Madrid este año. La primera faena al toro de Alcurrucén mucha gente tanto del público como de la prensa no la entendió.

Foto: Arjona

-¿La prensa también entra en ese paquete?

-Sí, sí.

-De la comprensión y relación con las empresas en cuanto sistema que lo mueve todo ya me has dicho que no encajas del todo, pero aun así entiendo que las hay amigas y menos amigas y enemigas.

-Yo no tengo enemigos, pero sí es verdad que a veces hacen cosas que no están a la altura, incluso incumplen la palabra y no solo conmigo. Cada vez dejan más que desear.

-¿En esos desajustes qué papel juega el dinero?

-Un papel importante, pero en realidad no es lo único. Se trata de un cúmulo de cosas, no solo el dinero. Es el trato, también en ocasiones la falta de respeto, el cómo hablar las cosas… Y no me encaja, yo llevo un camino en esto en el que siempre he intentado respetar al toreo por encima de todo, que es algo de lo que me siento orgulloso. Se trata de una obligación de todos nosotros, cuando tú lo maltratas pasan las cosas que están pasando.

-¿Qué está pasando, qué es lo peor que está pasando?

-Que a pesar de que haya plazas en las que va mucha gente hay otras muchas a las que no van de la misma manera, plazas en las que había seis y siete festejos a papel acabado y ahora hay dos o tres festejos y además la mayoría de las veces no se llena. Esa es una reflexión que deberíamos hacer y por lo que deberíamos preocuparnos. O nos ponemos las pilas o esto…

“Este arte, que como tal traspasa la barrera de los egoísmos propios del negocio, se debería respetar más. Y en esa marejada no me muevo bien”

La aparente afabilidad de la primera pregunta nos ha metido de lleno en los terrenos menos gratos del toreo, en el ámbito del dichoso sistema que tanta desafección genera. Habla Urdiales, Diego, veinticinco años de alternativa (Dax, 15 de agosto de 1999), torero aferrado a su toreo y a su concepto personal y artístico por encima de todo, leal a su espíritu, sin que haya precio que le apee de su fe y a la postre de su pedestal. No le crea desazón ni artística ni personal (solo comercial), ya lo han leído, de cero a diez se pone un diez en felicidad.

-Bilbao a la vista.

-Es una plaza en la que he vivido cosas muy importantes.

-Hablemos de ello.

-Para mí es el escenario perfecto para torear. Es un público exigente, a la vez paciente y a la vez sensible… Se trata de una plaza con seriedad y mucha categoría, donde apetece torear.

-Siguiendo tu trayectoria puede parecer que últimamente hay una relación de amor odio. Tantos triunfos y tanta divergencia no parece lógico. El año pasado fuera, este dentro. Afortunadamente en esta edición hubo final feliz y expectante.

-Cuando te piden resultados, cuando se argumenta con la vulgaridad de los números quiero recordar que hay cuestiones que son más importantes, me refiero a las que marcan a la gente, las que dejan huella. Seas la clase de torero que seas, tengas la personalidad que tengas, lo importante es la huella. Y eso debes hacerlo valer por respeto al público, al vestido de torear y a ti mismo. Y no es cualquier cosa, no, se trata de una obligación.

-Las cuestiones numéricas también tienen su importancia.

-No lo niego, claro que tienen importancia, pero siempre que dejen huella. No están reñidos una cosa y otra. Y además…

-¿Además?

-Que si nos centramos en Bilbao si no he sido el máximo triunfador de la última década sí he sido uno de los máximos triunfadores y creo que he dejado huella y en ese sentido creo que merezco un trato a la altura de las circunstancias y este año afortunadamente lo he encontrado, estoy muy feliz.

Entre los dos vamos desgranando los últimos pasos en la Vista Alegre vizcaína. No has estado anunciado desde 2019, última temporada completa antes de la pandemia, pero abriste la puerta grande en 2015 y 2018, y en 2019 cortaste creo recordar una oreja. Después de esas cifras tampoco se puede decir que no hayas tenido triunfos numéricos.

-De todas esas cuál fue la tarde cumbre.

-La tarde del 2018 en la que corté tres orejas. Fue un año en el que me pusieron muchos problemas para torear en todas partes. Fíjate que llegué a la feria de Bilbao con dos corridas de toros y a Madrid, en la Feria de Otoño, con cuatro y corté otras tres orejas. A pesar de lo poco que toreé fue una de las temporadas más felices de mi vida.

“Bilbao es el escenario perfecto para torear. Es un público exigente, a la vez paciente y a la vez sensible. Se trata de una plaza con seriedad y mucha categoría, donde apetece torear”

Es fácil entender que aquel 2018 fue para Urdiales uno de esos años que se quedan grabados en lo más profundo de la memoria de los toreros. Diego se recrea y rememora la trayectoria de esa campaña y recuerda entre otros detalles el toro Hurón de Fuente Ymbro, de imponente trapío, al que le cortó las dos orejas en Madrid. Esa campaña fue, subraya, el año que menos toreó desde 2007, que fue una temporada decisiva que le dio vuelo para salir del ostracismo post alternativa gracias al crédito que le generó el indulto de un victorino en Logroño. Luego, en la temporada siguiente, llegaría su primer gran triunfo en Madrid que ya le facilitó torear más seguido después de una larga y dura travesía por el desierto ferial de la que solo se puede salir con una fe inquebrantable en uno mismo.

Foto: Arjona

-¿Se puede decir que él éxito trae también lágrimas?

-Trae mucho sufrimiento. Esta profesión es por ella misma dura, pero cuando sufres la injusticia de quedarte fuera de sitios en los que has protagonizado cosas importantes y tú consideras que debes estar, duele mucho.

-A eso me refería.

-Aunque cuando sucede a nadie le agrada, he aprendido a convivir con esa sensación dentro de mí y centrarme en lo realmente importante que es torear e intentar ser mejor torero cada día y conseguir algo que no te pueden quitar, la huella que dejas en el toreo, las faenas que cuajas en la plaza, la emoción que siento y que transmito a mucha gente. Eso, por muchas putadas que te hagan, no te lo van a quitar nunca.

-Ante eso, la pregunta necesaria es si Diego, en esas circunstancias, sería partidario de Urdiales.

-Yo creo que sí, claro.

Lo ha dicho acompañando la respuesta de una risa que pretendía subrayar lo que considera una evidencia.

-Te cuento algo personal. En las tardes de incomprensión, de yo sentir cosas y no acabar de llegar a todo el mundo, cuando surge ese toreo para adentro que tanto me gusta a mí, que tanto me llena y no alcanza a todos, me gustaría poder verme y saber qué pensaría de aquello que está sucediendo, pero es una de las cosas imposibles con las que te encuentras, el poder verte.

Apenas le respondo con un lacónico Ya… y Diego ahonda en la respuesta.

-Sucede como en el cantaor de flamenco, en una soleá, en una seguiriya ante ese dolor que siente para dentro que le genera satisfacción y hace que no se quiera expresar de otra forma. Sé que esa postura es un poco egoísta, pero es así. Eso en el toro es lo que se dice torear para ti y si ahondas mucho en cómo lo sientes, tu toreo llega a un punto de fragilidad, de naturalidad, de aparente facilidad que no acaba de comprender todo el mundo, por eso te digo que me gustaría verme desde el tendido para saber qué pensaría, qué sentiría ante aquello, pero, claro, es imposible.

-¿Tú crees que si fueses andaluz la cosa sería más fácil?

-Sería diferente. Es evidente que mi forma de torear encaja mucho allí. Mi primer maestro, que era sevillano, me inculcó muchos valores de allí y desde que fui novillero sin caballos tengo crónicas que aseguran que tengo aires del sur. Es evidente que lo que he hecho en el toreo si fuese sevillano se vería de otra manera.

-¿Y tienes la sensación de que te hayan abierto sus puertas?

-Totalmente, tanto en las respuestas que encuentro en las plazas cuando toreo como con el hecho de que un mito, una leyenda como es Curro Romero, me elogiase, cosa que considero un gran honor.

-¿Surgió efecto ese aval, ese padrinazgo del maestro?

-Mucho, te puedo decir que sentí un antes y un después. La incomprensión de la que te hablaba comenzó a ser más comprendida por la gente y por la prensa.

-En cambio no te veo en muchas ferias de allí abajo.

-Es que no tiene nada que ver las formas de uno con los intereses de otros.

-Con todas aquellas estrecheces contractuales, digámoslo así, me pregunto si no has echado de menos una casa grande en el apoderamiento que lo allanase todo.

-He estado, he estado. Estuve con los Bailleres a la vez que apoderaban a Morante y a Talavante pero sentía que había cosas con las que no estaba de acuerdo y volví a tomar el camino de la independencia. Desde entonces ha habido varios ofrecimientos, pero he sentido que el otro camino, este en el que estoy, me hace ver el toreo de otra manera.

PASIÓN POR EL SALÓN

Le pillo toreando de salón. Disciplina y hasta vicio. Por momentos dependencia de lo más íntima. Lo entiendo perfectamente, servidor también fue presa de semejante magia. Fundamentalmente porque para torear bien y para saber lo que es torear bien, hay que saber torear bien de salón. Diego asegura que el ochenta por ciento de su preparación es el toreo de salón para lo que cuenta con el sitio adecuado en una parcela familiar próxima a su casa donde se siente en la gloria y si el tiempo le juega a la contra tiene la plaza de Arnedo a cubierto de las inclemencias meteorológicas. Algo fundamental para ese ejercicio es encontrar a alguien que te embista bien que tampoco es arte menor, es más, quien no sabe embestir bien tampoco sabrá torear bien. A Diego le embiste su hermano, que a lo largo de su carrera le ha embestido mucho y bien, también acude El Víctor, hombre de confianza de su cuadrilla, además de Pablo Simón, que aunque va con Román es amigo y vive en Tafalla. Y si no hay quien embista, torea solo.

-En realidad toreo solo en bastantes ocasiones.

Foto: Arjona

-No todos los toros de salón deben embestir como se entiende que embiste un toro bueno ni hacerlo siempre muy parecido. Embestir es toda una ciencia y debe plantear problemas al matador porque si no…

-Mi hermano tiene metido el toro y el toreo dentro de él, en realidad el toro, el toreo, las embestidas, los matices de cada encaste, está a otro nivel del que puede estar la mayoría. Y claro no todos los toros embisten igual.

“Mi relación con público es buena, es misteriosa, es incomprendida y en ocasiones también una locura”

-Insisto, siempre se dijo que el que no torea bien de salón no sabe torear.

-Eso es evidente.

-Cabe que en la cara del toro, incluso los que no saben torear bien de salón, resuelvan, tiren de intuición y resuelvan.

-Pero eso no es torear bien. Si no eres capaz de hacerlo bien de salón es imposible que se lo hagas bien a un toro.

-¿Qué diríamos que es torear bien?

-Eso es muy complicado.

-¿Y hay que torear tan despacio, tan dormido como se ve hacerlo con frecuencia a los chicos?

-No. Hay que torear a velocidad real, velocidad real es torear a distintos ritmos, al que sea necesario. Tú apoyas una muleta en el suelo y corres la mano a cámara lenta y cualquiera dice qué bien la vuela, pero luego está la realidad y no es así. A ese muletazo le pones velocidad y cambia totalmente. Los cambios de ritmo que se experimentan en el paso de novillero sin caballos a novillero con caballos y luego de novillero a matador se acusan mucho fundamentalmente por torear de salón a una velocidad irreal.

“Seas la clase de torero que seas, tengas la personalidad que tengas, lo importante es la huella. Y eso debes hacerlo valer por respeto al público, al vestido de torear y a ti mismo. Se trata de una obligación”

-Me gusta el tema. Continúo. ¿Embistiendo tu hermano que tan bien embiste, le adivinas qué toro tienes delante?

-Totalmente. De inmediato sé qué tipo de toro me está haciendo, sé hasta el encaste. Lo difícil y lo importante es que te hagan toros diferentes con matices diferentes y que tengas la sensación de que estás toreando un toro de un encaste concreto.

CUERDA PARA RATO

-¿Tiene usted cuerda para mucho tiempo?

-No lo sé, pero sí te digo que tengo mucha ilusión por torear, tengo mucha ilusión por sentir cosas nuevas y en que ese toreo que llevo dentro siga evolucionando y creciendo. Ahora mismo después de torear como toreé el toro de Pamplona, teniendo en cuenta cómo es el toro de Pamplona, y de sentir esas cosas en una plaza de tanta importancia, está claro que en mal momento no estoy. Como dice mi apoderado, cuando muere la ilusión nace el miedo y cuando llegas a esa situación no se puede estar delante de un toro. Yo tengo esa ilusión, no sé cuánto me durará, pero de momento la tengo.

-¿Competitivo?… esa es una cualidad que no siempre acompaña a los toreros de sentimiento.

-Yo soy competitivo conmigo mismo. En ese matiz lo soy y mucho. Soy mi mayor rival.

-¿Hasta qué punto?

-Me echo pulsos a mí mismo. Es una de mis mayores satisfacciones, retarme a mí mismo.

-¿Algo así como decirte, doy un paso adelante o me quedo a este lado de confort?

-Efectivamente. Hay una raya, un sitio que no es de confort precisamente, donde el toreo toma otra dimensión que no todos los días somos capaces de alcanzar. La disyuntiva entre pasar esa raya o no pasarla genera una lucha interior, llegar o no llegar a pasarla y en ese tema el rival soy yo mismo.

-Alguna vez no lo logras, pasar esa raya que dices.

-Es evidente. Como el cien por cien de los toreros.

-En ese punto te cabrearás contigo mismo.

-Yo no diría que me cabreo, diría que siento frustración.

“Cuando toreas para ti, si ahondas mucho en cómo lo sientes, tu toreo llega a un punto de fragilidad, de naturalidad, de aparente facilidad que no acaba de comprender todo el mundo”

-El toreo, pienso, incluso en los momentos más triunfales siempre tiene algo de frustración.

-Yo no estoy de acuerdo con eso. Cuando el toreo toma otra dimensión y he sido capaz de alcanzar ese punto muchas veces, no me acuerdo de nada más, no hay frustración.

-¿Nunca has sentido que has podido hacer otra cosa, que una gran faena pudo ser mejor?

-Sabes qué pasa, que si una gran faena ha podido ser mejor es que no ha sido tan buena. Eso significa que has pensado mucho y aquí es cuestión de desconectar el cerebro y sentir.

Foto: Arjona

-¿Alguna vez hiciste la faena perfecta?

-No.

-Muy buena sí, eso lo hemos visto muchos.

-He llegado a niveles que nunca imaginé.

-Perfeccionista.

-Cien por cien.

-De qué te arrepientes.

-De nada. Si en ese momento hubiese pensado otra cosa la hubiese hecho, así que…

-¿Cómo llevas los miedos?

-Como puedo.

-¿Acaso no tienes?

-Claro que tengo, muchos. Ten en cuenta que aquí lo que te juegas por encima de otras cuestiones es la vida y yo me quiero mucho. El sufrimiento que genera el no dar el paso adelante también genera miedo. Hay miedo a muchas cosas, incluido miedo a mí mismo, a no estar a la altura de las circunstancias.

-¿Cuánto corres a diario?

-Nada.

-Me gusta.

-Tengo varias hernias discales y me aconsejaron otro tipo de ejercicios.

-¿Haces mucho régimen alimenticio?

-Tampoco, nada. Solo como sano. Tengo la suerte de tener una mujer que cocina de maravilla, tengo la suerte de vivir en La Rioja, donde tenemos huerta todo el año… y con comer sano está bien. Tampoco me privo de nada.

-Ahorrarás mucho en vestidos, te cabrán los mismos.

-Menos mal, porque están muy caros.

-¿Quién manda en ti?

-De lo que me deja mi mujer, mando yo. Ja, ja, ja…

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