BENLLOCH EN LAS PROVINCIAS

Dobles parejas en el ruedo

José Luis Benlloch
domingo 22 de agosto de 2021
Luque-De Justo y Ortega-Aguado acaparan el interés en una temporada en la que el toreo una vez más es fiel reflejo de cuanto pasa en la querida España, donde a la primera que le pete es capaz de firmar una alcaldada, la de Gijón mismamente

Más allá de los nombres más consagrados, Morante, Juli, Manzanares, Ferrera… el interés de la temporada avanza bajo el signo de una doble pareja, toreros novedad con evidentes diferencias entre ellos y otras tantas coincidencias que les hace competir en un mismo territorio y han acabado por hacerse imprescindibles en las ferias que se celebran en esta extraña temporada del despertar o eso queremos creer. Se trata por un lado de Juan Ortega y Pablo Aguado, sevillanos ambos y abonados al palo del toreo de arte, distintos entre ellos pero ambos muy del gusto de los aficionados que después de tantos años bebiendo los vientos por los coletudos aguerridos y de brazo fuerte, parecen haberles descubierto -como si ese no fuese el toreo de siempre- y esperan con ansia su lidia de pausa y mimo para jalearles con entusiasmo, tengo la sensación que porque de verdad les gusta pero también porque eso da patente de buenos aficionados.

Ortega y Aguado, abonados al palo del toreo de arte, distintos entre ellos, son muy del gusto de los aficionados que después de tantos años bebiendo los vientos por los coletudos aguerridos, esperan con ansia su lidia de pausa y mimo para jalearles con entusiasmo

La otra pareja la forman Emilio de Justo y Daniel Luque, ambos con el oficio bien aprendido en los infiernos del toreo, en ese territorio en el que se escatiman contratos, crece el toro y mengua la pasta y también los reconocimientos, al punto que la supervivencia llega a convertirse en una tarea de fanáticos. Los dos remaron en ese mar de las ingratitudes y alcanzaron la orilla cuando más difícil estaba el mundo. Ambos tienen ese brazo fuerte, en el toreo se le llama bragueta, valor, corazón… cualidad imprescindible para resolver frente a la bravura más indómita, esa es su ventaja frente a la pareja anterior más dotada para el mimo, y ahora encaran el reto de superarse frente a la bravura enclasada (¿pastueña?) por la que tanto suspiraron en sus tiempos en el infierno. Cualidades tienen para seguir defendiendo su ascensión en un lado y en otro.

De Justo y Luque se han forjado en los infiernos del toreo, ese territorio en el que se escatiman contratos, crece el toro y mengua la pasta y también los reconocimientos, al punto que la supervivencia llega a convertirse en una tarea de fanáticos.

Los primeros son capaces de despertar la emoción por la delicadeza y los segundos por el arrebato al que acuden con una frecuencia que no conocen los primeros quienes, sorprendentemente, son capaces de convertir su irregularidad en aliciente. Por el contrario no son pocos los toreros en la historia a los que la reiteración en los triunfos le han restado interés general, y no cabe concretar nombres porque bastante cruz tienen.

A favor de los cuatro cabría decir que por mucho que se les pueda emparejar, todos son diferentes entre sí (la naturalidad lacia de Aguado, el trazo elegante de Ortega, el capote de Luque y la solvencia clásica de De Justo, son algunos de sus elementos diferenciadores) y los cuatro son capaces de hacer incursiones en el territorio enemigo: a los dos del brazo fuerte les hemos visto torear despacio y los del arte han demostrado que cuando la ocasión lo requiere o el mundo aprieta tienen capacidad de respuesta, como ese Aguado en el mano a mano de El Puerto de Santa María, cuando sorprendido, él y el publico en general, por Manzanares que apenas había despertado la tarde le envidó a la mayor y se fue a la puerta de chiqueros, tuvo capacidad de reacción y no dudó en emprender el mismo camino que a buen seguro no había transitado nunca.

POSTDATA: Todo eso viene sucediendo en una temporada en la que el toreo una vez más es fiel reflejo de cuanto pasa en la querida España, donde a la primera que le pete es capaz de firmar una alcaldada, la de Gijón mismamente, coger el rábano por las hojas en nombre de su pulsión ideológica y con absoluto desconocimiento y mayor desprecio a la opinión ajena, anuncie que se acabaron los toros. Eso, lo veremos, le diría.

La resistencia: Y no están solos

Non son los únicos toreros que le dan interés a los carteles. Morante sigue cumpliendo la mejor y más responsable temporada de su carrera; Juli hace exhibición de su plenitud cada vez que enfunda la taleguilla; Ferrera sigue en su particular paraíso, experimentando y escenificando suertes de su creación y así sucesivamente pero también hay y duele, toreros emergentes a los que la reducción de las ferias les ha afectado especialmente, caso de Ginés Marín que aparece cada día más cuajado o del valenciano Román al que no han dejado empezar la temporada hasta agosto o el francés Juan Leal; e ilustres veteranos que igualmente se han visto tocados en su estatus como Curro Díaz. No está siendo año fácil porque se torea poco, se gana menos y hasta se tamiza la novedad a quienes la tenían como arma principal.

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