La Pincelada

El difícil trago de los toreros locales

José Luis Benlloch
martes 22 de junio de 2010

El difícil tema de los toreros locales sigue sin solución cien años después, yo diría o supondría que desde que se inventó el toreo. Cuando digo toreros locales…

El difícil tema de los toreros locales sigue sin solución cien años después, yo diría o supondría que desde que se inventó el toreo. Cuando digo toreros locales debe entenderse toreros de la tierra de poco torear, los que en ocasiones nos resistimos a llamar modestos por no ofender y que o torean en casa o desaparecen. Situado el tema y los personajes pues, hay que convenir que los últimos años se ha agravado el problema por la crisis -hay menos festejos- y porque las escuelas multiplican por mucho el número de toreros en esa situación. Y no se trata sólo de que ahora llegan más aspirantes a la gloria que antes sino que además por diversos motivos abandonan más tarde la profesión. Aunque cabría decir aventura en lugar de profesión si se entiende como profesión la actividad que da para vivir. Y no, nuestros amigos es evidente que en su mayoría no comen del toreo. Es decir, ha variado el problema y se ha agravado. En Valencia pongo por caso y es una diferencia decisiva, en los años de la máxima virulencia localista los chavales de la guerra, los mismos que llegaron a ser capaces de tomar los despachos de la empresa, toreaban quince o veinte corridas al año. Ahora no pasan de dos o tres. O ni eso.

Hay más cambios. En aquellos tiempos los chicos tenían un sentido de solidaridad gremial y por ello más fuerza, ahora cada uno va por su cuenta y siente un espíritu de competencia sino fratricida sí muy radicalizada. Entonces los aficionados, la prensa, incluso las empresas les hacían respaldo, los veían con cariño y cierto orgullo patrio y hoy no tanto o al menos están más divididas las opiniones y hasta se escuchan voces en contra. Por lo tanto son menos fuertes. La consecuencia antes y ahora, en eso ha cambiado poco, es un ambiente enrarecido, tenso, nada acogedor. Ful. Yo no soy partidario de que la gente toree por el exclusivo motivo de ser de aquí o de allá. Tampoco entiendo las carreras imposibles e interminables pero sí recuerdo las obligaciones de empresas e instituciones de tutelar y ayudar a los chavales que formaron. En cualquier caso el problema, duro y de difícil solución, se suaviza gestionándolo con respeto, reconociendo méritos, buscando soluciones, con criterios mantenidos, quiere decirse que lo que valga para una ocasión valga para otra, sin agravios comparativos especialmente con los llegan de fuera con parecidos méritos. Y algo es seguro, el problema no se acaba de un plumazo ni mirando a otra parte.

Posdata.- Las figuras también tienen su culpa. Cuando tenían auténtica fuerza taquillera, con una de ellas o con dos se llenaba la plaza y en el tercer puesto entraba un local. De esa manera las figuras se repartían más dinero, la empresa ganaba más y todos eran más felices. Ahora se amontonan tres figuras en una tarde y se arma la se que arma… que se reparten menos. Ese es su pecado.

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