DESDE VISTA ALEGRE

El enfado (lógico) de Morante

José Ignacio Galcerá
miércoles 23 de agosto de 2023

La tarde de Morante empezó con una bronca y terminó en enfado. En un cabreo monumental y normal cuando a uno le increpan desde el tendido tras estar jugándose la vida de verdad delante del toro. Porque el sevillano se puso así, de verdad, con un toro con la vista cruzada. Estaba haciendo un sincero esfuerzo, poniéndose ante el toro como si fuera bueno, logrando incluso muletazos de sello caro, sin caer en el desánimo, cuando se escuchó un impertinente “¡Morante, qué gordo estás!”. Y Morante, que había hecho un ejercicio de paciencia con el juampedro, la perdió de inmediato con el inoportuno grito. Cortó por lo sano. Morante se llevó el disgusto y el tipo su momento de gloria.

A todo esto, el esfuerzo de Morante sucedió después de que en el primer capotazo el toro se le viniera al cuerpo y tras revolverse el juampedro, Morante, con el pie en el estribo, recibió un derrote en la pierna al saltar, cayendo con todo el cuerpo al callejón. Ya ven, un genio el del grito.

El libre ejercicio de expresión está muy bien, pero alguno debería trabajar el ejercicio del respeto y la educación. No todo vale. Y el simple hecho de pagar una entrada y sentarte en el tendido no da derecho a soltar improperios por la boca. Las broncas en el toreo siempre han existido, Morante se ha llevado dos, muy toreras y merecidas, por cierto, y para mostrar la desaprobación siempre quedan los silbidos o la opción de no volver, que a alguno no le estaría mal empleada. A buen seguro que no se le echaría de menos.

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