Acabamos de entrar en la primavera, pero este año en el campo se ha adelantado. Las lluvias de noviembre y el buen tiempo de enero y febrero ha hecho que la naturaleza le gane unos días al calendario…
Es curioso lo pronto que notan las vacas el cambio de estación. Como os contaba en el artículo anterior, hay muchas que ya han parido y con el buen tiempo el celo les ha venido antes. Normalmente tardan 28 días, y si hace mal tiempo, puede que más, incluso las viejas puede que no salgan de celo en épocas de lluvia, pero este año en 18-20 días ya se están cubriendo de nuevo.
Estos días ha llovido un poco, de llover esa cantidad una vez al mes, tendremos la mejor primavera que yo haya vivido nunca.
Sé que es difícil, pero me gustaría trasladarles el gran espectáculo de estos meses en el campo y lo vital de la dehesa en el ecosistema.
Hay una gran variedad de flora y fauna que habita estos días la finca. Al ser un terreno que no está arado, hay mucha vegetación autóctona. Así, además de las encinas hay mucho monte bajo. Encontramos palma, carrasca o zaguazo, que se mezclan con el blanco de la flor de la jara, el amarillo de la aulaga y retama, el rosa de la adelfa, incluso se puede ver algo de rojo en el lentisco. El monte bajo es fundamental para el toro y su encornadura, con ello se evita que vayan escarbando con los pitones en el piso, lo que conlleva problemas de escobillado e incluso alguna enfermedad.
En una ganadería como la nuestra, con un número pequeño de vacas, éstas se alimentan sólo de vegetación. Al fin y al cabo son herbívoros. En el caso de los toros, para que cojan remate, hace falta pienso. Y estas semanas crece la mayoría de las hierbas que más les gusta. Sobre todo son cuatro: el carretón, el trébol, la grama y el vallisco, ¡menuda alegría cuando ven algo de vallisco! También crece algo de malva, pero es peor para el ganado.
El problema que puede haber en una finca con la hierba es que las vacas siempre tienden a comerse primero la que más le gusta o la que más nutrientes les aporta y después el resto. Esto hace que la mejor se la coman verde y hay menos semillas para el año siguiente, y por el contrario con la que es peor, al secarse hay más semilla y cada año la peor hierba le va ganando el terreno a la mejor. Por eso, a veces hay que complementar la alimentación de las vacas con correctores minerales para que obtengan lo que sacaban de la buena hierba que puede escasear.
La vegetación y la tranquilidad de la dehesa también es un gran reclamo para un cuantioso número de animales. En esta zona de Huelva cualquier extensión de 500-600 hectáreas, por la cercanía con el coto de Doñana, es refugio para aves migratorias. Hasta hace poco habían muchas grullas, una especie zancuda que se alimenta de bellotas. También hay muchos ánades, mirlos, estorninos… En cuanto a aves residentes hay perdices, cotolías o cogujadas, alondras… y alguna que otra ave rapaz al acecho.
Pero no sólo hay aves. Son varios los mamíferos que se encuentran en la dehesa como tejones, zorros, turones o meloncillos. Últimamente, al haber una montería en los alrededores de la finca también vemos ciervos y jabatos.
Releyendo el artículo, no sé si he sido capaz de trasmitiros este espectáculo, creo haberme quedado corto. La primavera es un gran acontecimiento que sucede cada año en la dehesa rodeando al toro bravo.