El Juli recibió a sus dos toros a portagayola para después torearlos con una técnica, hondura y profundidad sólo al alcance de los elegidos. Cortó tres orejas y se llegó a pedir el rabo tras doblar el quinto toro de Domingo Hernández.
“Desde que fue a la puerta de chiqueros en su primero hasta que se fue por la Puerta del Príncipe no bajó el ritmo de la emoción. Entregado, técnicamente perfecto, poderoso, la mano baja y el mando alto, templado, sin concesiones, a más… Todo lo que hizo El Juli fue bueno, muy bueno”, relataba nuestro director José Luis Benlloch.
La corrida se dio a pesar de la amenaza del tiempo, porque El Juli tiró adelante. Victor García-Rayo escribía para Aplausos: “Tuvo calidad su primer ejemplar, de buenas hechuras, y ya con el capote el torero madrileño logró que arrancara a sonar la música de la Banda del Maestro Tejera. En el último tercio mostró el torero esa capacidad inalcanzable para la mayoría que consiste en torear muy mandón, siempre por abajo, ganando los terrenos, las distancias, la geometría del toreo. Arrancaba una oreja que, en otro momento, hubieran sido dos”.
Lo mejor vendría en el quinto toro, Tramposo de nombre: “Tras el percance del Niño de Leganés, su matador decidió obligarlo por abajo con una cuarta de muleta y las zapatillas enterradas en el albero de Sevilla. Cumbre… soberbio. La faena se cimentó en tandas macizas, la plaza crujía con razón y Julián López se quedaba quieto como una estaca. Mandó sobradamente, sobre el torazo de Salamanca. Espadazo hasta enterrar los dedos y el presidente que saca los dos pañuelos al mismo tiempo. El público llegó a pedir el rabo de este toro 96. La vuelta al ruedo, memorable, subrayaba el coso del Arenal era el número uno, el hombre que se ha echado el toreo a la espalda para tirar del carro”.
“Yo tenía la sensación de que iba a pasar algo grande. Me entregué desde el principio y puedo decir que me parece imposible explicar lo que se siente cuando ruje la Maestranza de esta forma”, declaraba un Juli pletórico.
Morante de la Puebla no tuvo su día. No quiso ver a su primero, un toro que le echó la cara arriba, y lo finiquitó con brevedad, siendo pitada su labor. En su segundo, “lo veroniqueó con torería e incluso intentó lucirse con la muleta, pero el trasteo no pasó de discreto”.
Manzanares, base del abono sevillano, no terminó de acoplarse en su primero. Con su segundo, el diestro alicantino dejó pasajes de mucho peso en una faena de larga duración, muy aplaudida por la cantidad de detalles que dejó.
Cartel de “No hay Billetes” el Domingo de Resurección en la Real Maestranza de Sevilla. Se lidiaron tres toros de Garcigrande, dos de Domingo Hernández (5º y 6º) y uno de Parladé (1º), desiguales de presentación y nobles generalmente. Morante de la Puebla (pitos y silencio), El Juli (oreja y dos orejas) y José María Manzanares (ovación tras aviso y palmas tras dos avisos). El banderillero Luis García “Niño de Leganés” resultó herido de gravedad en el quinto tras recibir tres cornadas.
