BENLLOCH EN LAS PROVINCIAS

El toreo sí tiene quien le quiera

Artistas de prestigio internacional avalan con su obra la vigencia y los valores de la tauromaquia
José Luis Benlloch
domingo 19 de julio de 2020

“El arte somos todos… no se puede discriminar por el gusto y mucho menos por ideologías políticas o convenios”, afirma en sus redes Domingo Zapata, uno de los pintores españoles más reconocidos internacionalmente en la actualidad y uno de los grandes defensores que tiene el toreo. Afincado en Nueva York, expone en las mejores galerías del mundo. El mallorquín reflexiona y defiende con frecuencia la tauromaquia. “El arte taurino es uno de los pilares de la cultura española. ¡Censurar esos pilares es volver a asesinar a Lorca para reprimir los derechos de expresión y de libertad artística! #soytaurino”, proclamaba recientemente en sus redes sociales reivindicando ayudas al sector desde el Ministerio de Cultura, a cuyo titular ha ofrecido una de sus obras de temática taurina, “si lo cuelga en el Ministerio se lo regalo”.

Su activismo taurino va más allá. Él es uno de los que defienden que el nombre verdadero del Guernica de Picasso es “Recuerdo a mi amigo Sánchez Mejías“, cuya muerte inspiró la obra del malagueño. Amigo de muchos toreros como Manzanares, Castella, Enrique Ponce, Perera, López Simón, Toñete…, el nuevo Andy Warhol español siempre ha incluido la temática taurina en su obra. El año pasado realizó el mural más grande de Times Square en Nueva York en el que hizo sitio a los toros, y junto a él protagonizó una sesión fotográfica con Sebastián Castella para difundir los valores artísticos de la tauromaquia traspasando fronteras.

Más allá de los clásicos del siglo XX, Zapata, Barceló, Calamaro, Savater, Vicente Vallés… pintores, músicos, cineastas, comunicadores y científicos siguen respaldando el arte del toreo

Tras decorar el coliseo romano de Arles para celebrar la tradicional Goyesca en una de sus últimas ediciones, al contemplar su obra declaró a los medos franceses: “¡Y todavía hay quienes dicen que los toros no son arte! Bueno… no es solo arte, es historia, es cultura y es enseñanza de temple, de respeto y de pasión por los animales y por la vida”.

No es un caso único entre los artistas españoles -y no españoles- en plena vigencia social y gran prestigio internacional que reconocen con su obra los valores de la tauromaquia. En el Museo Taurino de Valencia sin ir más lejos se exhiben carteles de firmas tan reconocidas como Miquel Barceló, Miquel Navarro, Valdés o los ya desaparecidos Eduardo Arroyo o Ramón Gaya, que firmaron las pinturas que ilustraron la cartelería de las ferias valencianas. Valga este pequeño muestreo para patentizar que el toreo no es un arte ultramontano desubicado en el tiempo, como en el mejor de los casos muchos de los abolicionistas quieren hacer creer.

Ocurre que ante la voraz insistencia de los anti, la necesidad de defender el toreo y sus raíces ha impulsado a sus valedores a remontarse en la historia y centrar la defensa del mismo en el prestigio de aficionados de tanto reconocimiento artístico e intelectual como el mismísimo Goya, al que en esa fiebre revisionista que nos ataca quieren convertir en antitaurino casi doscientos años después de su muerte, pasando por encima de su obra y de sus documentos epistolares; Alberti, Picasso, Lorca, Benlliure, Manuel Machado… son los más citados con el consiguiente riesgo de que nos señalen como arte o disciplina de otros tiempos, cuando en realidad los valores de la tauromaquia tienen grandes defensores entre los artistas, pensadores y hombres de la comunicación absolutamente actuales.

Arroyo y la transversalidad

Eduardo Arroyo, en una de sus últimas apariciones públicas en el apartado de una corrida de toros en Bilbao que pregonaba él, proclamó su pasión por los toros hombro con hombro con su amigo Javier Aresti. Su nombre y su trayectoria vital confirman totalmente la transversalidad, también la universalidad ideológica del mundo del toro, en el que caben todas las ideas. Combatiente, polemista, rebelde, transgresor, agitador por naturaleza, Arroyo buscó refugio en París a finales de los años cincuenta huyendo de la dictadura franquista. Pasado el tiempo, acabó siendo considerado como uno de los máximos exponentes de la denominada figuración narrativa. Su crítica social y su denuncia política nunca causaron indiferencia. Obras suyas sirvieron para anunciar festejos taurinos en España y Francia. Las plazas de Madrid, Valencia, Sevilla, Ronda, Nimes o Vic-Fezensac gozaron de tan prestigiosa firma en sus carteles.

La pintura y sus creadores no están solos entre las artes que respaldan la vigencia de la tauromaquia. En el mundo de la música nombres tan presentes y de tanta acogida en la sociedad actual como Sabina, que le canta a Manolete, a su amigo Chenel, a Joselito… y se desmarca del encasillamiento derechista hacia el que quieren impulsar al toreo; Loquillo, que ha declarado que prohibir los toros le parece una barbaridad; David Summers y sus Hombres G, José María Cano, Estrella Morente, continuadora en su pasión torera de su padre, Enrique Morente; Bertín Osborne, José Manuel Soto…, por ampliar el abanico ideológico, son fervientes defensores del toreo.

Goya, Alberti, Picasso, Lorca, Benlliure, Manuel Machado… son los más citados con el consiguiente riesgo de que nos señalen como arte o disciplina de otros tiempos, cuando en realidad los valores de la tauromaquia tienen grandes defensores entre los artistas, pensadores y hombres de la comunicación actuales

Y párrafo aparte para Andrés Calamaro, que no tiene el menor empacho en erigirse en defensor de los toros en cualquier medio internacional. “Los enemigos acérrimos del toreo son delirantes esclavos de los eslóganes, un fenómeno anticultural, una aberración en un mundo que es como es”, declaraba recientemente, antes de añadir: La nueva bondad con los animales no es más que odio al hombre, consagración de la estética del rencor. Escapa de cualquier concepto intelectual o razón alguna”; y acababa, la tendencia a condenar la tauromaquia es el Chernóbil intelectual del siglo XXI”.

Cine y ciencia

A la valoración positiva de la tauromaquia como un arte que sigue teniendo vigencia en la sociedad actual contribuyen también nombres del teatro y del cine como el de Juan Echanove, que, camino de la plaza de Las Ventas, en los sanisidros recientes, declaraba: “Para mí la palabra torero tiene que ver con la poesía, con el teatro, con el sufrimiento. Con la tensión, con la vida, con la muerte”.

Los filósofos y escritores Fernando Arrabal o Fernando Savater, el director de cine Agustín Díaz Yanes o el dramaturgo Albert Boadella; poetas como los valencianos Paco Brines o Carlos Marzal; comunicadores y periodistas de la influencia y el prestigio de Vicente Vallés, José Ribagorda, Pedro Piqueras, Ángeles Blanco, Carlos Herrera, Carles Francino…; científicos como Grisolía, habitual muchos años en la plaza de Valencia, o Juan Luis Asuaga, catedrático de Paleontología y director científico del Museo de Evolución Humana, cocineros como José Andrés, que cada vez que viene a España acude a los toros; personajes que con su afición y su presencia en las plazas siguen siendo argumentos de defensa.

Las referencias se harían innecesariamente extensas pero basta con los mencionados para demostrar que el toreo es un arte de este tiempo, cuyos valores son recomendables -muchos lo hacen- en cualquier decálogo de buena praxis: en la plaza y frente al toro se reconoce la entrega, la sinceridad, se interpreta la vida tan dura y real, también feliz en ocasiones… En realidad solo encuentra sus límites en aquellos que no admiten la tolerancia ni practican el respeto a las ideas ajenas; entre los que no son capaces de ir más allá de la barrera de la sangre en lo que es un ritual o se atreven -¡osados!- a opinar desde el desconocimiento y desde luego desde el más absoluto desprecio hacia un amplio sector social, pues conviene no olvidar que los toros son el segundo espectáculo de masas de España.

Al maestro Antoñete
(por Joaquín Sabina)

Esta tarde la sombra está que arde,
esta tarde comulga el más ateo,
esta tarde Antoñete (dios lo guarde)
desempolva la momia del toreo.

Esta tarde se plancha la muleta,
esta tarde se guarda la distancia,
esta tarde el mechón y la coleta
importan porque tienen importancia.

Esta tarde clarines rompehielos,
esta tarde hacen puentes las tormentas,
esta tarde se atrasan los mundiales.

Esta tarde se mojan los pañuelos,
esta tarde, en su patio de Las Ventas,
descumple años Chenel por naturales.

Síguenos

ÚLTIMAS NOTICIAS

Cargando
Cargando
Cargando
Cargando
Cargando
Cargando
Cargando
Cargando