A Paco Ojeda le sacaron a hombros por la Puerta de los Cónsules y le llevaron entre el clamor de la gente por todo el bulevard Víctor Hugo hasta el Hotel Imperator. Fue la tarde del 22 de septiembre, en el coliseo romano de Nimes, después de ofrecer una tarde apoteósica frente a seis toros de Jandilla, a los que les cortó cinco orejas y un rabo. Más de 22.000 espectadores que llenaban esta joya romana enloquecían con su ídolo, quien, según afirmaba Aplausos por entonces, había cobrado la cifra de 18 millones de pesetas.
El diestro de Sanlúcar, vestido de blanco y oro, redondeó una tarde muy completa en los seis toros, pero la cumbre llegó frente al quinto, un buen toro de Jandilla -por entonces propiedad de Fernando Domecq-, al que toreó muy bien de capa e incluso llegó a banderillear con mucha brillantez y pureza. Dos orejas y rabo paseó entre el clamor de un público entregado. También puso un par en el sexto, compartiendo tercio con sus banderilleros Siviani y Martín Recio. Estos dos toreros de plata destacaron con los palitroques, al igual que Montoliu, Pedrín Sevilla y Curro Puya.
Al día siguiente, Paco Ojeda volvía a torear en Nimes en una tarde menos triunfal, aunque también dejó momentos buenos. Un festejo en el que Curro Caro no tuvo su día y Emilio Muñoz fue herido en el muslo. Aquella tarde daba por finalizada su temporada. Aquella mañana del 23, el propio Paco Ojeda dio una multitudinaria rueda de prensa en el Hotel Imperator en la que explicaba sus sensaciones sobre el histórico festejo y aseguraba que daba por finalizado el año porque “el cuerpo me pide descansar”.
La noche del 23 celebró con su gente el final de temporada en la población francesa de Aigües-Mortes, donde se inauguraba una peña taurina que llevaba su nombre.