Categorías: Opinión

En corto y por derecho

Perdónenme los/as que sólo saben nadar contra corriente creyéndose en posesión de la verdad absoluta. Pero yo canto una verdad que es la mía, que la de todos se escribe con mayúsculas. Lo he escrito muchas veces y lo repito: Los peores enemigos del toreo son algunos que se llaman aficionados y determinados elementos que forman parte del negocio de los toros como espectáculo. Como también tengo derecho a expresar con libertad mis opiniones, eso sí con mi nombre, apellidos e incluso fotografía incluida voy a responder a quienes me han dejado como “chupa de domine” por escribir que el pasado sábado en Valencia Morante de la Puebla hizo una faena excelsa repleta de sentimiento, gracia y belleza.

Claro que me he “retratado” en el billete dedicado al de La Puebla, como me retrato casi siempre, porque como insinúa una de mis anónimas detractoras “no necesito” rascarle la espalda a nadie. No lo hice nunca, ni a estas alturas de mi vida ni en toda mi dilatada carrera periodística, en la que con mis errores y aciertos traté siempre de escribir lo que veía y lo que sentía.

Me he “retratado” sí, como me retraté ensalzando la faena de El Juli en el festival de Albacete, porque esa y la de del día 14 de Morante en Valencia son las más importantes que he visto en esta temporada que comienza. Ambas fueron una auténtica cumbre, la de El Juli ante un gran novillo de Daniel Ruiz y con un toro medio de una ganadería de moda Morante, pero ahí quedaron en la retina de todos los buenos aficionados. Y no voy a dejar de hacerlo siempre que un torero, cada uno a su estilo, traspase las barreras de la mediocridad para realizar con la argamasa de un toro un monumento al toreo. Perdónenme los/as que sólo saben nadar contra corriente creyéndose en posesión de la verdad absoluta. Pero yo canto una verdad que es la mía, que la de todos se escribe con mayúsculas -Machado dixit- y esa tiene unos límites muy confusos, a los que hay que aplicar el respeto a la de los demás.