Enrique Ponce afronta una de las tardes más importantes del año de su despedida. Con seis puertas grandes y más de sesenta paseíllos en los que año tras año ha revalidado el idilio con una de las aficiones más entendidas y exigentes: la de Bilbao. Tal es la vinculación que la Aste Nagusia no se podía entender sin la presencia de la figura valenciana. Pero no solo. También en festivales y corridas de aniversario en el mes de junio. El idilio comenzó en 1991 con la faena al toro Naranjito de Torrestrella. Entró aquella tarde sustituyendo a Joselito compartiendo cartel con César Rincón y Julio Aparicio. La vibrante faena le permitió abrir la primera puerta grande de Bilbao. Al año siguiente se encontró en un cartel de lujo, de nuevo con el colombiano y en competencia con Ortega Cano. Sumó un total de tres trofeos en una tarde de consolidación con un toro de Sepúlveda y otro de Manuel Álvarez.
“Mi carrera ha girado en torno a Vista Alegre. No he faltado ningún año desde 1991 y muchos años dos tardes, además de festivales y Corridas Extraordinarias. Me emociono de recordarlas”, asegura el maestro con la perspectiva del tiempo. Una tónica general de su carrera ha sido la de abrir el abanico a todos los encastes. Con su sabiduría tan prodigiosa como precoz ha sido capaz de adaptar su toreo a una variedad importante de embestidas. En 1994 logró tres orejas de los santacolomas de Buendía alternando con José María Manzanares y Jesulín de Ubrique. En el 98 firmó una excelsa faena a un toro de Atanasio Fernández que fue premiada con una oreja aunque tuvo que recorrer en dos ocasiones el anillo debido a la fuerte petición de la segunda oreja no concedida. La espada se llevó una de las actuaciones más redondas de su carrera como fue la del 99 al toro Cucañero de Victorino Martín. Sin la rúbrica de la espada, fue premiada como la mejor faena de las Corridas Generales. Recordada por haber alcanzado la excelencia al natural con la vibrante embestida del victorino. El valenciano saca pecho al hablar de su vinculación con Vista Alegre: “Bilbao es una de las mejores aficiones del mundo, es una ciudad y una plaza muy especial para mí. Esta afición me adoptó y es de las cosas más bonitas de las que puedo presumir”.
La imagen de Enrique Ponce frente al toro Carjutillo de Samuel Flores es ya icónica. Forma parte del imaginario colectivo al hablar de los toros en Bilbao. Un toro de aparatosa cara, de los que se dice que no caben en la muleta, al que cuajó primorosamente aunque la espada volvió a lastrar el triunfo. La cabeza disecada del toro está expuesta en el patio de cuadrillas de Vista Alegre y es considerado como el toro más serio lidiado en esta plaza. En Aplausos confesó con respecto a aquella tarde: “Es una de las faenas emblemáticas de mi carrera y también de la plaza de toros de Bilbao. Me siento muy orgulloso de esa gesta, de haber lidiado el toro más serio de esta plaza, además de la cara pesó cerca de 600 kilos. Tuvo una gran emoción, parecía salido de estampas antiguas de La Lidia”. Le cortó las dos orejas.
Enrique Ponce: “Mi compromiso con esta afición y esta plaza permanece latente como el primer día. En Bilbao se paladea el toreo”
En 2006 se encontró con un toro de Zalduendo al que cuajó una faena de profunda belleza. Le cortó sólo una oreja -con fuerte petición de la segunda- pero por encima de los trofeos quedó una preciosa obra para el recuerdo. En 2008 alcanza su cuarta puerta grande al cuajar a Histrión, de El Ventorrillo, con una rotunda actuación en la que vibró el coso bilbaíno.
Después de las diferentes ganaderías a las que se había enfrentado, Ponce se anunció con los núñez de Alcurrucén en 2011 forjando otra tarde para el recuerdo con el balance de una oreja que debieron ser más, alternando en aquella ocasión con David Mora y Daniel Luque. Al año siguiente logró la quinta puerta grande con los toros de Garcigrande, en este caso tuvo lugar en las corridas celebradas en junio en el aniversario de la plaza. En 2016 cortó una oreja a un toro de la misma ganadería. En 2017 conquistó su sexta puerta grande con un toro imponente de Victoriano del Río que sacó fondo de bravura con el que el valenciano se fajó. Dos orejas a un toro en una actuación redonda.
Este 2024 se despedirá de la afición de Bilbao con la corrida de Daniel Ruiz junto a Roca Rey y Pablo Aguado en un cartel de máxima expectación. “Va a ser algo muy emotivo, se me eriza la piel solo de pensarlo”, augura el maestro de Chiva, que resume su relación con esta plaza: “Mi compromiso con esta afición y esta plaza permanece latente como el primer día. En Bilbao se paladea el toreo. Es una afición respetuosa, con un punto torista y otro torerista. Gusta el toro serio pero bien hecho, y tiene sensibilidad para captar el toreo auténtico”. Torero de Bilbao, con todas las letras, que conoce como nadie las claves de esta plaza.