COLOMBIA

Épica y lírica de Antonio Ferrera en Bogotá

El extremeño, que corta una oreja, cae herido pero se mantiene en pie en el ruedo, incluso tras ser operado sale a la plaza para lidiar al sexto
Paulo Andrés Sánchez Gil
domingo 16 de febrero de 2020

Hubo cadencia a cuenta gotas en el tercio de capa de Enrique Ponce al que abrió plaza, de Ernesto Gutiérrez. El toro no se fijó en el capote pero cada lance del valenciano tuvo el gusto de su sello y su reposo. El puyazo no fue medido y condicionó la faena. Saludó Emerson Pineda en banderillas. Con muy poco motor, el toro apenas acudió a los toques fuertes y la faena de muleta perdió ligazón y estética. Ponce trató de transmitir más que el toro, pero con tan poca materia prima, vana resultó la porfía del valenciano.

El cuarto, de Caicedo, era bronco y la labor de Enrique Ponce se centró en solventar la aspereza del animal. No estuvo cómodo el torero, que no encontró los terrenos adecuados y tuvo el infortunio de un mal lote.

Muy jaleado resultó el tercio de capote de Antonio Ferrera, por vistoso y enfibrado, al segundo de la tarde, de Juan Bernardo Caicedo. Condujo la lidia en varas y sin dar tregua empalmó el quite que convenció a La Santamaría, que incluso sacó a saludar a la cuadrilla, a Álex Benavides y Wilson Chaparro por los palos, y Ricardo Santana por la brega. El toro, con lo justo pero encastado, permitió a Ferrera imponer su estilo, que no es de poderío sino de sitio y recursos, que gustan mucho a la afición. En esta faena quedó patente su estilo y momento. Entró y salió de la cara del toro con una convicción, que hasta él mismo se vio sorprendido cuando al salir de un natural el toro le pegó una cornada en el tercio superior del muslo derecho. Para ese momento la plaza se había entregado a su tauromaquia, y el extremeño, sangrando, quiso seguir toreando con un torniquete. Gritos de ¡torero, torero! La faena estaba hecha, la afición conmovida y la espada esquiva. Más efectivo el volapié que los dos intentos recibiendo. Tardó en soltar el pañuelo el presidente, pero finalmente se impuso el clamor que se iba volviendo bronca al palco. Palmas en el arrastre. Y una oreja que dejó simbólicamente en el centro del ruedo para irse por su propio pie a la enfermería en medio de la ovación.

Salió a matar el último Antonio Ferrera, vestido de paisano y con la montera calada, dejando detalles de torería con el capote frente al de Gutiérrez. Saludaron Ricardo Santana y Wilson Chaparro en banderillas. Brindó al equipo médico de la plaza, que minutos antes lo había intervenido. Desde el inicio de rodillas la faena tuvo intensidad y el público a favor. El toro humilló con codicia aunque sin mucha clase. Ferrera apostó fuerte y durante toda la faena expuso los muslos quedando al filo de la cornada. Todo el repertorio de Ferrera a la orden del día, incluida la estocada caminando. Siete pasos hasta volcarse con la espada. Falló con el descabello y el aviso sentenció el balance.

Serio el tercio de capa de Luis Bolívar al tercero, que sin tanto alarde fue un saludo con carácter. La faena tuvo el oficio de Bolívar, que con la mano derecha hizo un esfuerzo, y la poca movilidad del toro, al que le costó desplazarse y se limitó a pasar sin mucha clase entre el tercio y las tablas, a donde fue Bolívar a buscar el triunfo que no llegó. La estocada tendida terminó de enfriar al público, del que un sector injustamente le protestó el trasteo.

Se corrió el turno y en quinto lugar salió Luis Bolívar. El quinto titular fue devuelto incomprensiblemente. El palco accedió a la petición generalizada y decidió cambiarlo porque tenía astillado el pitón derecho. ¡Vaya sentido del reglamento el del palco!

El sobrero, de Gutiérrez, fue manso y costó sujetarlo en los medios. Con mucha capacidad se fue imponiendo Bolívar hasta que metió a toro y afición en la faena. Dos series con la derecha tuvieron mando, temple y largo trazo; y hasta ese momento de la corrida fueron lo más macizo de la tarde. Eso era todo lo que el toro tenía en los medios, y ya a toro rajado fue todo virtud del torero, que en el tercio lo cuajó por izquierda y derecha. De nuevo fue la disposición y la raza de Bolívar lo que hizo valer la faena, y mucho. Valió para la plaza entera, menos para el presidente, que en gesto de soberbia y arrogancia le negó la oreja y prefirió aguantar la monumental bronca que tener un gesto de aficionado.

Bogotá (Colombia), domingo 16 de febrero de 2020. Tercera de la temporada. Toros de Ernesto Gutiérrez (1º, 5º bis y 6º) y Juan Bernardo Caicedo (2º, 3º y 4º). Los de Juan Bernardo de excelente presentación, encastados y de buen comportamiento. Los de Ernesto Gutiérrez dispares de presentación, nobles y de juego dispar. Enrique Ponce, silencio en ambos; Antonio Ferrera, oreja y fuerte ovación; Luis Bolívar, silencio y vuelta al ruedo tras unánime petición y bronca al palco. Entrada: Más de media entrada.

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