Desborda ambición, ilusión y un mensaje vital cargado de optimismo. Quiere ser torero por encima de todo y lo demuestra. En ello anda. Se defiende de quienes tratan de presionarle más de la cuenta por su contexto familiar y subraya que será el toro quien dicte sentencia. Intuitivo por naturaleza, natural y claro, su mensaje cobra fuerza por el convencimiento personal que atesora. Explica que 2016 ha sido un año de rodaje pero ahora llega la hora de la verdad, la que marcará su futuro.
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