Están a la que salta. Aprovechan el mínimo resquicio para arremeter contra la fiesta de los toros. Hasta el Defensor del Menor Andaluz ha querido hacerse un nombrecito a costa de Francisco Rivera Ordóñez. Y no es cuestión de “cojones” querido Belmonte, sino de subirse al carro del antitaurinismo y salir retratado en los periódicos. Pero el Defensor de marras fue a por lana y salió trasquilado. Esta vez, los enemigos de la Fiesta, en sus ansias de poder y manejo del presupuesto nacional, que están dispuestos a utilizar hasta el límite todo aquello que, en su supino desprecio a la realidad de este país zamarreado por los pecados de nuestros políticos de aluvión les parezca que puede darles un puñado de votos, han pinchado en hueso.
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