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Federico Arnás

Carlos Ruiz Villasuso
viernes 03 de julio de 2020

Pocos periodistas pueden tener el privilegio de contar con una trayectoria como Federico Arnás. Trayectoria en tiempo, continuidad y medios. Desde su paso por Radio Cadena Española hasta la dirección de Tendido Cero, ha pasado por todo tipo de pautas del periodismo, por todos los formatos, métodos, herramientas nuevas, cambios, propuestas… tanto en los mismos medios de comunicación como en el propio toreo. Una vida tan dilatada en tiempo, en medios y en audiencias sólo es posible reinventándose de la forma mejor: haciendo siempre periodismo.

Hubo un tiempo en donde los programas de radio dominicales nocturnos eran el baluarte del periodismo taurino de calidad. Allí estaba Federico Arnás. Un tiempo, en el prólogo de Internet, cuando el boletín diario de toros de las 22:05 de Radio Nacional de España, Radio 1, eran los minutos más escuchados de lo taurino en medios. Viví esa época del “boletín”, que empalmaba nuestra información a la del informativo de las 22:00.

Ese boletín fue una escuela: en cinco minutos, restando careta de entrada, saludo y despedida, se resumían fielmente las corridas y novilladas de una época en la que se llegaban a celebrar más de 50 festejos en un mismo día de agosto y septiembre, granando crónicas en cinta física. Urgencia, rapidez, eficacia, información. En apenas una hora se recibía la información de cada festejo, se grababan unas cinco crónicas de voz y se daba el resultado de los restantes festejos después, incluso, unos segundos de titulares. Una escuela de periodismo, para cualquier periodista de cualquier ramo. Ahí naufragaría la mayoría de los que ahora hacen periodismo.

Esa forma de hacer periodismo desapareció, desapareció casi la radio de toros, y sólo los periodistas como Arnás aguantaron el tirón del cambio. Porque se recicló siempre de la misma forma. Haciendo periodismo. Cada reto recibió la respuesta del periodismo. Siendo crítico con Internet, supo saber su importancia y proximidad. Manejó como pocos el artículo de opinión y le obsesionó siempre la pulcritud de sus programas en cuanto a contenidos, duración y equilibrio cabal.

Arnás sabe que el periodista sólo se muere cuando se muere el hombre y la vida es tan larga como larga vida es la del periodista. Una profesión que no termina nunca cuando ha sido de verdad

Posiblemente su adiós de la tele sea también reflejo del adiós de un periodismo que va mutando hacia ser otras cosas, que llaman comunicación. Gestionar la noticia, cualquier género clásico del periodismo, ha sido siempre la alquimia válida, la única, que ha sostenido al periodismo. La única forma de ser creíble, la única forma de que la gente crea en el periodismo. ¿Cómo?

Haciendo que la estrella no sea el quién o el cómo sino el qué. La única estrella en el periodismo de Federico Arnás ha sido la propia información, cada pieza en el formato que sea. Ese es el secreto, en mi opinión, de una carrera tan constante, dilatada, en la cima, pero sin ostentar un brillo que ya tenía sin necesidad de reclamar otra atención para ese brillo. Le escribo en una cabecera que siempre fue fiel al papel, Aplausos, en un guiño abierto de homenaje a eso que se muere a veces, o a ratos, pero nunca para siempre. Arnás sabe que el periodista sólo se muere cuando se muere el hombre y la vida es tan larga como larga vida es la del periodista. Una profesión que no termina nunca cuando ha sido de verdad.

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