Hay gente que pasa por la Fiesta sin dejar huella. Por contra hay gente ejemplar, que da ejemplo, que marca el camino a seguir. Y en los últimos días estamos comprobando que hay profesionales que graban su nombre en la arena sin que lo borren las olas del mar o el viento de lo efímero.
Espartaco es un ejemplo. Un hombre y un torero ejemplar. Por varios motivos. Uno: estaba retirado pero no abdicó a sentirse torero en dosis medidas; y de cuando en cuando asomaba en la Fiesta. Pero llegó lo que no esperaba, la montaña que creía que ya no debía subir por nada del mundo: torear en una feria y encima en Sevilla. Eso no entraba ni en sus sueños. O solamente en los sueños.
Lea AQUÍ el artículo completo en su Revista APLAUSOS Nº 1959