Con esos tres mandamientos la Fiesta volvería a ser otra, a su esplendor, a la fuerza que la ha mantenido durante siglos. Gestos que marcan la audacia, categoría y arrogancia de quienes se sienten toreros de verdad. Emoción porque se apuntan al toro menos comercial para mostrar su capacidad lidiadora; y competencia porque con esos gestos se abre la veda y se pone el listón alto para quien quiera igualar o mejorar la marca.
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