LA REVOLERA

Tarde importante de Sergio Serrano

Paco Mora
sábado 05 de septiembre de 2020

Apúntense el nombre. Sergio Serrano se llama y es de Albacete, la ciudad más torera de La Mancha. El suceso ha tenido lugar en Manzanares y el botón de arranque de la plataforma de lanzamiento lo han apretado a dúo Manuel Amador y un toro bravo, bravísimo y noble, de Las Monjas. Cuatro orejas y un rabo se ha llevado en el esportón. No se trata de un niño que juega a ser torero y le han salido bien las cosas por chiripa. Lleva sobre los hombros trece años de alternativa, repletos de sinsabores, desconsideraciones, promesas incumplidas y falsas palmadas en la espalda, pero con la ilusión intacta por ser un torero de éxito, y la afición encallecida en el alma. Hoy ha tocado el cielo con la punta de los dedos. Repito; ha sido en la ciudad ligada para siempre al recuerdo de Ignacio Sánchez Mejías.

Es cierto que le ha salido lo único toreable de la corrida de Las Monjas, y uno, el último de la tarde, el de su éxito grande, de bandera. Pero como Sergio Serrano no es un neófito sino un hombre de pelo en pecho que sabe lo que quiere, le ha hecho al magnífico burel la faena que viene soñando desde el día que se vistió de luces por primera vez. Está puesto y dispuesto, y su toreo tiene ribetes de una calidad recia, diríamos que puramente albaceteña. Y aquí vale recordar a los Pedrés, Montero y Chicuelo II. O sea que  además de valor, también tiene una acusada personalidad que llega y entusiasma a la parroquia desde que se abre de capa. No es Sergio Serrano un exquisito, pero no rectifica su colocación frente a los toros y conoce a la perfección la técnica del manejo de capote y muleta. ¡Y con la espada, un cañón! Y además, y eso es sumamente importante, tiene un hambre de triunfo que se le nota a la legua y sobre todo en la dureza de su mirada, con la que parece querer devorar a los toros que tiene delante.

Si no se le suben los humos a la cabeza, creyéndose que ya está todo hecho, y sigue sin levantar el pie del acelerador, puede ser un cohete de viaje rápido hacia la bóveda celestial del firmamento taurino. No le va a quitar el sitio a Morante de la Puebla, pero va a molestar más que una pupa en un ojo. Repito; Sergio Serrano se llama.

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