El Palco

Hablar de toros

Rafael Comino Delgado
sábado 09 de febrero de 2013

Cuando se habla de toros, con demasiada frecuencia, se suelen hacer afirmaciones, aseveraciones e incluso se dogmatiza, con cierta ligereza; aunque esto también…

Cuando se habla de toros, con demasiada frecuencia se suelen hacer afirmaciones, aseveraciones e incluso se dogmatiza, con cierta ligereza; aunque esto también ocurre en cualquier aspecto de la vida. Otra cosa muy distinta es “hablar de toros con sentido, sabiendo lo que se dice, diciendo cosas que vale la pena oír, escuchar y aprender de ellas”. Confieso que esto último no suele pasar con frecuencia, al menos en mi experiencia, y cuando ocurre casi siempre hay profesionales en la conversación.

Recientemente he tenido la oportunidad de hablar con el maestro José Luis Galloso, persona muy inteligente, más bien algo retraída, tal vez porque sabe que “uno es dueño de sus silencios y esclavo de sus palabras”, y piensa que “solo vale la pena hablar para mejorar el silencio”. Pero cuando él percibe que quien le escucha puede entenderle y le respeta, se suelta, e incluso se reboza, hablando parsimoniosamente, pero muy seguro. En esa situación los que le escuchen lo mejor que pueden hacer es atenderle y aprender porque es una enciclopedia.

Hablamos de su época, de la baraja de figuras que entonces había y lo que apretaban, de su competencia con Manzanares padre, de su presentación en Sevilla y Madrid -cortó cuatro orejas-, del toreo de capote, de la suerte de matar recibiendo, etc, etc. Me decía que ha habido toreros muy buenos, Camino, Ordóñez, grandes entre los más grandes, pero Manzanares padre tenía un sabor especial, que torear a la verónica, de verdad, hoy lo hacen pocos, pues la mayoría solo lancean, que no es lo mismo. Hablamos de las formas de matar recibiendo, y me explicó la que hacía él, por cierto muy bien, en tiempos en que prácticamente era casi el único que la practicaba.

Hablamos de los grandes toreros que hay actualmente, que tal vez deberían matar más variedad de encastes -en su tiempo los grandes mataban la corridas llamadas comerciales y también algunas de las otras-, del magisterio de El Juli, del duende de Morante, de la inmensa calidad de Finito…

Pasamos revista a lo que ha cambiado todo, en general, y en el toreo, lo difícil que lo tienen los novilleros que empiezan, en fin de muchas cosas más. Para mi fue una delicia oír al sabio maestro hablar con tanto cocimiento, con ecuanimidad, pero notándosele que lleva el torero en lo más profundo de su alma, es su pasión. Intentaré continuar la conversación pronto.

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