El éxito ganadero del Niño de la Capea, otro año más, volvió a proporcionar numerosos triunfos a toreros y rejoneadores. Las corridas lidiadas de la casa (en sus tres hierros), en general ofrecieron un brillante juego y proporcionaron un ramillete de alegrías. Todo ello es el resultado que se vive en esta ganadería, en la que brilla con luz propia el gran trabajo de Pedro Gutiérrez Moya para devolver el esplendor al encaste Murube reflejado en sus hierros de San Pelayo, San Mateo y Carmen Lorenzo.
“A las crisis hay que sacarle la lectura positiva, porque limpia mucho lo malo que se había implantado en los tiempos de esplendor”
“Esta ganadería es difícil de llevar por su pureza de sangre, pero me siento feliz y hubiera sido un crimen que desapareciera Murube”
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