La novillada que inauguró este lunes las Corridas Generales tuvo un nombre propio: Aarón Palacio. El maño se comió la tarde desde el minuto uno -o desde el siete, mejor dicho, ¡habrá que poner en hora el reloj de la plaza!-. No especuló, no anduvo con contemplaciones, ni a medias tintas y si a los novilleros se les pide estar en eso, en novillero, este lo hizo con creces. No sabemos si en un futuro se comprará un palacio, díganle finca, porque luego vendrá el toro, la suerte, tan importante en las carreras de los toreros, crecerá la responsabilidad, ya saben, estar bien el día que hay que estar bien, pero de seguir andando como esta tarde en Bilbao estará más cerca de hacerlo. Al menos ese el camino.
Su puesta en escena fue impactante por ver a un novillero tan nuevo con tanta clarividencia y ambición. Por crecerse en un escenario que impone como Vista Alegre, que no le quedó grande en ningún momento de la tarde. Y lo hizo después de que en el quite al novillo de Jarocho, el de José Cruz se lo echara al lomo tras una apretadísima chicuelina. De ahí salió cojeando y con un vendaje en el tobillo derecho. No amedrentó a Palacio la voltereta, ni mucho menos, que se echó rodilla en tierra para saludar a su novillo con una larga para luego cuajarle un recibo arrebatado a la verónica, de excelente dibujo los lances. Arreó ese novillo en los primeros tercios así que el prólogo de la faena fue un aquí mando yo por parte del maño. El serio novillo de José Cruz tenía su carácter y su fondo, y Palacio encontró la fórmula de mitad de faena en adelante, en la distancia más corta, dando el tiempo preciso entre muletazos. Y ahí la faena creció exponencialmente. Asentado, muy asentado, firmes las zapatillas y volcando el natural detrás de la cadera, surgieron pasajes de muleta rastrera y muñeca templada. Una gran dimensión. Por actitud y aptitud. Mató de una estocada defectuosa y luego se enredó con el descabello. Sería el primer aviso de su reveladora actuación.
Como muestra de su determinación, Aarón Palacio se fue a la puerta de chiqueros en el quinto. Y si no había sido suficiente con eso, le enjaretó dos faroles más en el tercio y de nuevo la verónica bien trazada. Brindó a Ricardo Gallardo y antes de que el ganadero cogiera la montera, ya estaba el maño con las dos rodillas en la arena en un inicio tan torero como explosivo. Porque los alardes de hombría también pueden (y deben) ser toreros, sí. Ahí le ganó la partida al de José Cruz, que se defendió y tuvo poca voluntad de ir hacia adelante. Le faltó contrincante a este Aarón, un novillero asentado sobre un sólido valor y un concepto muy puro del toreo. A este novillo le robó muletazos de mucha categoría. No se alivió ni un ápice en las manoletinas del cierre ni en la estocada casi entera con la que amarró la oreja.
OREJA PARA JAROCHO
La novillada de José Cruz, seria, muy bien hecha, fue de más a menos. Los dos primeros toros pusieron la ilusión por las nubes, pero a partir del tercero, el tono del encierro bajó hasta un sexto vacío. Jarocho aprovechó su única bala, la del sobrero que abrió plaza y que sustituyó a un hermano que blandeó y fue devuelto. Fue un buen novillo el primero bis, con hechuras de toro. Y tuvo fondo y calidad. Jarocho, que lució un aparatoso vendaje en la oreja derecha tras la cornada sufrida hace unos días en la francesa plaza de Millas, dejó una faena abundante, casi toda ejecutada en los medios y de mejores logros al natural, que es su mano. Mató de estocada desprendida. Paseó la primera oreja de la feria.
El cuarto se fue al pecho del caballo en sus encuentros con el peto y esa sería la tónica a partir de ahí porque en la muleta de Jarocho no se entregó nunca, cero humillación. Porfió el burgalés en una faena excesivamente larga. Tras una estocada atravesada, cinco pinchazos con el novillo echando la cara arriba. Como empezó terminó el novillo.
El lote de Javier Zulueta, que completó una terna de debutantes en Bilbao, fue el de menos opciones. En su primer turno se las vio con un novillo simplón, que iba y venía pero su embestida decía más bien poco. Entre distraído y soso. Así que todo quedó en manos del novillero, que dejó esos toques de sevillanía que son apreciados en todos los lares. No estuvo bien con la espada. El sexto careció de bravura. Por tanto, de emoción. Apenas pasaba y cuando lo hacía era a media altura, sin emplearse. Lo intentó Zulueta que en esta ocasión no tuvo oportunidad ni para ofrecer destello alguno.
Bilbao. Lunes 19 de agosto de 2024. Novillos de José Cruz (1º bis), muy bien presentados, serios, con cuajo, de desigual juego. Los mejores, el primero bis y el segundo; deslucidos los restantes por distintos matices. Jarocho, oreja y silencio tras aviso; Aarón Palacio, ovación con saludos tras aviso y oreja; y Javier Zulueta, ovación con saludos y silencio. Entrada: Menos de un cuarto.