El percance, que no anécdota, ocurrió tras la muerte del cuarto toro del encierro. Paco Ureña había cortado una oreja con petición de la segunda tras una sensacional actuación ante un sobrero de Montalvo. Lo que parecía una fiesta acabaría por otros derroteros distintos porque un aficionado dejándose llevar por la pasión no estuvo atinado al lanzarle desde el tendido una bota de vino al diestro, que le impactó en la cara. Lógico el enfado del torero de Lorca, que tuvo que pasar a la enfermería, donde le aplicaron un apósito en la ceja derecha.