DESDE EL ARENAL

José Luis Iniesta, el eterno optimista

Carlos Crivell
jueves 26 de noviembre de 2020

La última conversación telefónica fue hace un mes. Necesitaba el contacto con el presidente de la Unión, Antonio Bañuelos, y nadie mejor que mi amigo José Luis Iniesta, tesorero de la entidad, para facilitármelo. Fue la primera vez que noté en su voz cierto desánimo, como si su proverbial optimismo estuviera flaqueando. Por su puesto en la Unión de Criadores conocía bien el drama que estaban viviendo los ganaderos. No era un pesimismo por su situación, era por todo el sector. Y, como siempre, al despedirnos nos hicimos la promesa de encontrarnos lo antes posible en cuanto la situación lo permitiera. Cuántas charlas se han quedado en el limbo con tantos amigos con los que a la hora de la despedida se hacía la promesa de tener más contactos.

La situación no permitió ningún encuentro. José Luis Iniesta se ha muerto como una víctima más de la pandemia por coronavirus. Esta muerte de mi amigo es la que he sufrido con mayor cercanía. Es la que me ha metido las cabras en el corral del miedo. La amenaza de la infección está en el aire para todos.

Al despedirnos nos hicimos la promesa de encontrarnos lo antes posible en cuanto la situación lo permitiera. Pero la situación no permitió ningún encuentro. Cuántas charlas se han quedado en el limbo…

La distancia entre Sevilla y Badajoz nos separó más de la cuenta. José Luis había nacido en Sevilla en 1942. Se preocupó de formarse desde el punto de vista empresarial, comenzó a trabajar en el mundo del turismo como gerente de hoteles desde muy joven. Sus primeros trabajos le llevaron a Madrid, una ciudad a la que siempre volvía. Fue un sevillano moldeado por Madrid y sedimentado por Extremadura. Creo que no se molestaría si dijera que era extremeño por los cuatro costados. Al menos durante toda su vida trabajó y luchó para mejorar la economía de la tierra de los conquistadores. Cuando llegó a Badajoz como subdirector del hotel Zurbarán, se ancló a la tierra, fijó su lugar de residencia y ya no salió de allí nunca. Fue un brillante embajador de Extremadura en el mundo, primero como empresario, luego como ganadero. Cuando compró en 1976 el hotel Río comenzó a forjar su imperio y un lugar de encuentro para el toreo.

Se hizo ganadero por afición y creó Los Espartales. Siempre confió en las posibilidades de los murubes para el toreo a pie, pero se encontró con la explosión de la calidad de ese encaste para el rejoneo

José Luis tenía familiares relacionados con la Fiesta por vía materna. Presumía de la torería de su segundo apellido, Vázquez, que le emparentaba con la familia ganadera de Isaías y Tulio Vázquez. Era un buen aficionado y desde muy pronto se encaprichó con el encaste Murube, de forma que en 1988 compró ganado bravo a la familia de Pedro Gutiérrez, Niño de la Capea, que lucía el hierro de Carmen Lorenzo. Se hizo ganadero por afición, creó Los Espartales, siempre confió en las posibilidades de los murubes para el toreo a pie, pero se encontró con la explosión de la calidad de ese encaste para el rejoneo. Y puso al servicio del toreo a caballo una ganadería excepcional que ha posibilitado triunfos enormes a todos los rejoneadores.

Pero José Luis tenía una espinita clavada y no cesó en buscar lo que siempre anheló: el toro bueno para los lidiadores a pie. Y en cuanto pudo, año 2000, formó otra ganadería que puso a su nombre, comprada a Paco Ojeda, de procedencia Juan Pedro y enriquecida con Jandilla. Era su sueño dorado, tal vez eclipsado por los éxitos del ganado para rejones, que se convirtió en el favorito de los caballeros figuras y que le obligó a no dedicar tanto tiempo a los del hierro Domecq. En la feria de Olivenza de 2005 lidió una novillada a la que se enfrentaron Israel Lancho, Ambel Posada y Alejandro Talavante. No recuerdo a ningún ganadero tan ilusionado ante el juego de sus reses. Presencié el festejo y me pidió mi opinión una y mil veces. La novillada salió desigual. José Luis además de amigo ya era casi de mi familia porque su mujer Lola era cuñada de una cuñada mía. Todo quedaba en Salteras. Y le animé a seguir en la brecha.

En cuanto pudo formó otra ganadería que puso a su nombre, comprada a Paco Ojeda, de procedencia Juan Pedro y enriquecida con Jandilla. Era su sueño dorado, tal vez eclipsado por los éxitos del ganado para rejones

Su buena gestión en el mundo empresarial le facilitó un alto nivel de consideración en el mundo del turismo. Fue representante de múltiples asociaciones de empresarios de hoteles. Y, naturalmente, también fue captado para llevar la tesorería de la Unión de Criadores de Toros de Lidia, a donde le llevó Carlos Núñez y le mantuvo Antonio Bañuelos. Su gestión fue muy brillante como pueden atestiguar los ganaderos.

José Luis fue un señor en la más amplia expresión de la palabra. Como persona fue un optimista vital. Todo tenía solución con trabajo y dedicación. De esa calidad humana pueden dar fe los toreros extremeños, que siempre tuvieron abiertas las puertas de Los Espartales. Lo pueden contar Miguel Ángel Perera, Alejandro Talavante, Antonio Ferrera, José Garrido, Tomás Campos, y todos los que se han forjado como toreros en la maravillosa Escuela de la Diputación de Badajoz, la cantera más lujosa del toreo.

José Luis fue un señor en la más amplia expresión de la palabra. Como persona fue un optimista vital. Todo tenía solución con trabajo y dedicación. De esa calidad humana pueden dar fe los toreros extremeños

Forjó lazos de amistad con toreros, compañeros ganaderos y empresarios. Puede que en algún momento surgieran las discrepancias, pero José Luis siempre allanó los caminos para que todo volviera a la normalidad. Lo puede contar Pepe Cutiño, gran gestor taurino en Extremadura, que siempre tuvo la ayuda inestimable de José Luis.

Su trayectoria como ganadero le permitió que sus toros de Los Espartales fueran protagonistas de dos hitos para la historia. Diego Ventura indultó al toro ‘Perdido’ el 17 de septiembre en Murcia. El mismo rejoneador le cortó un rabo a otro de su hierro, ‘Biemplantao’, en Madrid en 2018. Como ganadero del toro para el rejoneo fue una figura indiscutible. En plazas como Castellón lidió veinte años seguidos; en Nimes fue una ganadería esencial año tras año. En Madrid sus toros fueron reclamados por los mejores como garantía para el triunfo.

Otra de sus espinas clavadas fue que no pudo entrar en la plaza de Sevilla. Nunca se quejó públicamente de lo que consideró poco justo. Esa permanente ausencia de la Real Maestranza no tenía otra explicación que la propia cotización del ganado de Los Espartales, que todos los años tenía apalabrados a los mejores precios los toros de su camada. Pero a José Luis no le hubiera importado hacer una excepción con Sevilla.

Otra de sus espinas clavadas fue que no pudo entrar en la plaza de Sevilla. Nunca se quejó públicamente de lo que consideró poco justo. Esa permanente ausencia no tenía otra explicación que la propia cotización de su ganado

Nuestro lugar de charlas eran las celebraciones familiares: bautizos, comuniones y aniversarios. De los sobrinos, al principio; de los sobrinos nietos al final. Allí era cuando la jornada se hacía corta cuando me contaba las historias del toreo, donde volvía a poner por delante su vitalidad alegre y optimista, donde me pedía que me acercara a Los Espartales, porque allí acudían atentar todas las figuras del toreo. Allí hacíamos votos para vernos con más frecuencia, aunque luego habría de pasar más tiempo del debido para volver a encontrarnos. Pienso que a todos nos ha pasado con algunos amigos con los que siempre quedamos para vernos, aunque luego ese deseo no se cumpla. Siempre le recordaré en el tendido de la plaza de La Merced de Huelva, junto a Lola, y con Miguel Ángel Arucci y Fina, sus amigos del alma. O cuando hablaba con Paco Domínguez Camacho en conversaciones de dos ganaderos entregados y enamorados del toro y del campo. O como un admirador del gran artista Nacho Martín, una de cuyas obras situó a la entrada del hotel Río.

Cuando un amigo se marcha, siempre pensamos que ha sido muy pronto. Pepe Luis se ha ido pronto porque nos quedaban pendientes muchas charlas que nunca llegaron a cuajar. Se ha ido pronto porque quería seguir trabajando por la Fiesta en su puesto de la Unión. Y se ha marchado sin poder saborear un triunfo de sus reses en la Maestranza. Pero ha cumplido con creces como un señor en la vida. Descansa en paz amigo.

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