La temporada de Pablo Hermoso de Mendoza ha ido más allá de las cifras y los triunfos. Su toreo ha alcanzado tal grado de sutileza, despaciosidad y belleza, que ver al navarro en la plaza es toda una delicia para los buenos aficionados. El maestro sigue en pie de guerra, alimentado por la competencia consigo mismo y por la ilusión que le genera su cuadra. Camino de las tres décadas en activo, su legado no sólo queda como base del toreo a caballo moderno, sino que además va a tener continuidad con su hijo Guillermo. La historia continúa. La llama de Estella sigue más viva que nunca.
– “Con la experiencia necesitas alimentar tu alma y tu ego, sentir que eres más creativo. Ya no entreno el toro duro o difícil, ahora busco el arte, la sutileza, el puro sentimiento…”
– “Lo que más me ha preocupado siempre es cómo morir en la profesión, morir tú, tu gente, tus caballos… Por eso, si Guillermo continúa, todo eso sigue vivo”
– “Pienso cómo me verá la afición, pensará que después de alcanzar tantas metas vivo en una burbuja de satisfacciones y no es así. Lo conseguido es pasado”
– “Si viera que el público está saturado de verme, por mucha afición o ganas que tuviera de seguir, ni me lo pensaría y buscaría otra cosa para matar mi necesidad de torear”
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