La corrida goyesca de septiembre, instalada como feliz hallazgo en 2005, ha pasado a convertirse en acontecimiento mayor del año taurino, gran fiesta galante y cita inexcusable. El papel de la goyesca ha revitalizado la feria del Arroz de tal manera que se ha equilibrado el gancho de las dos grandes convocatorias de Arles, de alcance tan distinto antes de 2005. El calendario de Pascua duplica y hasta llegó a triplicar el número de festejos del de las Primicias del Arroz, título original de una fiesta cosechera clásica a la manera de las de vendimia o cereal de Palencia, Albacete, Salamanca, Valladolid, Nimes o Logroño. En todas las cuales sin excepción late todavía el espíritu rural de las corridas de toros.
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