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Litri se despide del toreo en Huelva doctorando a Chamaco II

Aunque su retirada definitiva fue tres años más tarde, cuando dio la alternativa a su hijo en Nimes, Miguel Báez Espuny “Litri” dijo primero adiós a los ruedos en su tierra, Huelva, convirtiendo en matador de toros a Sebastián Borrero “Chamaco II”, en presencia de Paco Ojeda que, como sus compañeros, tuvo una tarde triunfal.

“Tarde histórica con la efeméride de la despedida de “El Litri”. Dos grandiosas faenas de Ojeda y triunfal alternativa de “Chamaco II”. Quede constancia que a lo memorable del acontecimiento contribuyeron extraordinariamente los preciosos y buenos toros de Gabriel Rojas”. Así arrancaba la crónica que publicó APLAUSOS sobre aquel festejo, celebrado el 5 de agosto de 1984, y que firmaba Filiberto Mira.

Litri padre, que había actuado con éxito unos días antes en esa misma Feria de Colombinas, en la reinauguración del coso de La Merced, junto a Curro Romero y Pepe Luis Vázquez, volvió a enfundarse el chispeante para dar la alternativa al hermano de Antonio Borrero “Chamaco”, Sebastián Borrero “Chamaco II”, que por aquel entonces llevaba dos décadas retirado. Sobre la actuación de Litri, que dio dos vueltas al ruedo, escribe Filiberto: “El adiós de Miguel -el gran torero de Huelva- ha sido tremendamente emotivo y con sobrecargas de nostalgias. Lo importante no ha sido cómo ha toreado, que lo ha hecho bien en su típico estilo, aunque sin suerte ni en el lote ni con la espada. Lo impresionante, por lo denso de la sensibilidad que ha envuelto el ambiente, ha sido el sólido abrazo del corazón de Huelva a su torero, y el de éste a su Huelva”.

El cronista, prosigue: “¡Qué apoteósica la vuelta al ruedo de Miguel en el cuarto, con humedad en los ojos de todos! ¡Qué indescriptible el momento en el que se arrodilló y tomando un puñado de arena la besó y la puso en su montera! En su último saludo vestido de luces, elevó su mirada de hombre bueno y sencillo, a los numerosos paisanos que le vitoreaban desde las alturas del ‘Cabezo de El Conquero’. Fue un supremo instante en el que resultó absoluta la plena identificación del torero con su pueblo. Bajaron los que estaban en las alturas del famoso y torerísimo cerro para alzar al ídolo de azul y oro. En hombros lo aclamaron en loor de multitudes por las calles de la entrañable onuba, en el radiante atardecer de un memorable día de nostalgias inefables. ¡Un solo corazón el de Huelva y el de El Litri!”.

Sobre las faenas del testigo de la ceremonia, dice: “Más que como un ser humano del planeta Tierra, ha toreado con la muleta como si hubiera descendido de otra galaxia. Se puede decir que la galaxia de Ojeda es una muy misteriosa, en la que el temple inaudito se transfigura en aguante infinito. ¿Qué otro torero ha fundido en una sola y solemne pieza, el temple intenso en tan reducido espacio y con tan extenso aguante? Este es posiblemente el gran descubrimiento de Ojeda”. El de Sanlúcar paseó las dos orejas de su primero y fue ovacionado en el quinto. “¿Para quién o para cuándo el premio máximo del rabo?”, se preguntaba el cronista.

En cuanto al toricantano, decía la crónica: “Nunca le había visto torear y me ha causado excelente impresión. Le han tocado dos toros muy buenos y los ha toreado -con capa y muleta- como un estupendo timonel que sabe lo que es navegar por el mar del arte de Cúchares. Tiene brújula porque conoce por dónde sopla el viento del buen toreo”. Cortó una oreja del toro de la ceremonia, “Altatorre”, número 27, de 495 kilos, y fue sacado a hombros junto a sus compañeros.