REPORTAJE CAMPERO

Manuel Ángel Millares, tres hierros y tres encastes distintos a la espera de que amaine el coronavirus

"Antes de la pandemia la situación para los ganaderos ya era inquietante y ahora esta nueva crisis supone una puñalada muy grande. Los ingresos se han quedado reducidos a prácticamente cero. Conviene llevar a cabo una política económica de guerra", subraya el criador de bravo onubense
Redacción APLAUSOS
lunes 18 de mayo de 2020

Fotos: J. PORCAR

Más de veinte años lleva Manuel Ángel Millares consolidando sus tres proyectos ganaderos. Cada uno, además, con un encaste distinto. El que se anuncia a su nombre, con sangre Jandilla-Juan Pedro; el que se conoce por Torremilla, de origen Núñez; y el de Los Millares, con sangre Atanasio. Los dos primeros hierros pertenecen a la Unión de Criadores de Toros de Lidia y el último está adscrito a la Agrupación Española de Ganaderos de Reses Bravas. Sin embargo, a lo largo de estas dos largas décadas nunca antes había vivido una situación tan dramática como la actual. La crisis del coronavirus es la amenaza más seria con la que está teniendo que lidiar este ganadero que asienta sus tres proyectos en cuarenta y seis fincas unidas todas a una misma linde. Hablamos de 2.400 hectáreas en propiedad y unas 180 en arrendamiento, ubicadas entre Trigueros y Gibraleón, en la provincia de Huelva, bordeando una pequeña parte de ellas el término de Beas, lindero con el triguereño.

“Con lo de Jandilla llevamos veintisiete años, con lo de Núñez veintidós si contamos la primera etapa de la ganadería en la Asociación; y con Atanasio son ya veinticinco años. El grueso de cabezas pertenece a lo de Jandilla -240 vacas y seis sementales-, en Torremilla tenemos 25 madres y un semental, y Los Millares cuenta con 35 vacas y dos sementales”, apunta el ganadero.¿Qué ocurrirá ahora con esos números? “Estamos planteándonos mantener simbólicamente lo de Torremilla y Los Millares y bajar lo de Manuel Ángel a 150 vacas”, confiesa.

El panorama no invita al optimismo. De momento, para este 2020 tenía vendidas tres corridas de toros, dos novilladas con picadores, cuatro novilladas sin picar y otro encierro para un concurso de recortes, amén de reses para otro tipo de festejos populares. “Estaba todo contratado y, de momento, está todo suspendido”, refiere apesadumbrado. ¿Qué harán con el ganado de saca?, inquirimos: “De momento esperar, a ver si en algún sitio a finales de septiembre se pudiera dar algún festejo. Si no, quizá el año que viene podamos dar salida a los cuatreños de este año lidiándolos como cinqueños. Y los que no puedan lidiarse a comienzos de la temporada 2021 intentaríamos venderlos a las calles, donde todos los años echamos quince o veinte toros por la zona de Castellón, Valencia y también en algunos pueblos de Teruel y Jaén”.

Más de veinte años lleva Manuel Ángel Millares consolidando sus tres proyectos ganaderos: el que se anuncia a su nombre, con sangre Jandilla-Juan Pedro; el que se conoce por Torremilla, de origen Núñez; y el de Los Millares, con sangre Atanasio

Toca apretarse el cinturón. Aún más, si cabe. “Antes del coronavirus la situación para los ganaderos ya era inquietante, y ahora esta nueva crisis supone una puñalada muy grande. Nosotros vamos a poder subsistir un tiempo porque hemos podido acceder a fondos ICO, hemos reducido gastos al máximo y la PAC también nos ayuda a sostener esto en parte. Pero los ingresos se han quedado reducidos a prácticamente cero. No solo por la ausencia de corridas y novilladas, sino de festejos populares, del turismo rural -el año pasado nos visitaron seis mil y pico franceses, por ejemplo-, de celebración de bodas, bautizos, comuniones… Todo ello eran ingresos que repercutían en la ganadería y ahora, en cambio, contamos solo con los ingresos de la venta de carne de las vacas mansas -aunque pagan la tercera parte de lo que pagaban- y del cochino ibérico que criamos, porque el tema inmobiliario, que es del que en realidad vivía la ganadería, veremos cómo sale de esta”, señala.

Al respecto subraya que conviene “llevar a cabo una política económica de guerra”. “A ver si hay suerte y esto no dura más de un año y el músculo de la ganadería, que al fin y al cabo es una empresa, logra resistir”.

No obstante, nubarrones económicos al margen, la vida en el campo sigue y los tentaderos en la casa están a punto de comenzar: “Necesitamos que la gente pueda desplazarse con más libertad, por eso tardamos en arrancar”, reconoce Manuel Ángel; “tenemos ochenta vacas para tentar, así que nos esperan ocho o diez sesiones de unas seis u ocho becerras cada una”. Para llevar a cabo esas y otras tareas, junto al ganadero permanece al pie del cañón el mayoral, Juan Manuel Pérez Sánchez, hermano del matador de toros David de Miranda, que lleva dos años en la casa desde que entró a ocupar el puesto que dejaba, por jubilación y tras veinticinco años de servicio, el antiguo conocedor Fernando Ramos. Savia nueva para tres ganaderías que, si el coronavirus lo permite, pueden proporcionar grandes tardes de toros en el futuro.

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