De sus muñecas brotan esas pinceladas de arte que a golpe de sentimiento ponen de acuerdo a todos. Y es que estar tocado por esa varita es un privilegio del que gozan tan solo unos pocos elegidos. Es el caso de Manuel Román, cuyo toreo lleva deleitando desde que debutó con picadores la pasada temporada. Cuenta por puertas grandes sus cuatro últimos paseíllos en El Puerto de Santa María, La Línea, Antequera y Navas de San Juan. Asegura que hoy se siente más seguro con la espada, lo que le da un plus si cabe, a ese sutil y delicado concepto.
-Su forma distinta de torear, hace que sea un novillero muy esperado. ¿Cuánta presión le imprime eso siendo tan joven?
-Sí siento esa espera por parte de la afición y también presión, pero que me esperen es algo muy bonito porque siento que la gente está conmigo.
-Un torero con su manera de interpretar o sentir, es un torero para cuidarlo y saber esperarlo. ¿Cree que en estos tiempos el aficionado tiene esa paciencia y esos conocimientos taurinos para calibrar esas virtudes y ese sentimiento?
-Creo que sí. Respeto y sobre todo admiro a todos mis compañeros y a todos los conceptos porque tiene que haber variedad, pero creo que el aficionado de hoy en día espera ese toreo y lo aguanta y es luego el que más lo agradece. Ya hace años de eso, pero todavía se habla de el toro que cuajó el maestro Juan Ortega en Linares, o las cuatro orejas de Pablo Aguado en Sevilla, incluso el pasado mayo mi compañero Jarocho pegó siete muletazos en Madrid y eso le bastó para cortar dos orejas. Ese es el toreo puro, el de toda la vida y toda la vida lo han sabido esperar. Y creo que a día de hoy lo siguen haciendo.
-Cuenta por puertas grandes sus últimas cuatro últimas tardes en La Línea, Antequera, Navas de San Juan y El Puerto. ¿Qué sintió triunfando con esas pinceladas de arte?
-La tarde de El Puerto fue muy especial y una tarde soñada para mí desde que me vi anunciado porque el año pasado pude disfrutar mucho toreando y estaba deseando volver. Ya desde el día de antes sentía que la gente me esperaba, que tenían ganas de verme y a pesar del vendaval pude disfrutar mucho los dos novillos y luego también tuve la suerte de matarlos. En las tres tardes anteriores pude disfrutar toreando y también he tenido la capacidad de poder matarlos y claro, uno torea mucho más seguro sabiéndose certero con la espada.
“En las últimas cuatro novilladas he podido salir a hombros, me encuentro mucho más seguro con la espada”
-En La Línea hubo seda, pero también hierro. Su épica y hombría le hizo salir de la enfermería y volver a la cara del toro. ¿Cómo lo recuerda?
-No recuerdo nada después de la voltereta. Perdí el conocimiento. He visto los vídeos y vi que me dio un pitonazo en la cabeza pero me gusta mucho cómo toreé al novillo después de la voltereta y luego lo maté muy bien. Mi primer novillo también fue bastante costoso pero lo pinché y le podía haber cortado otras dos orejas. La tarde de la Línea fue también muy importante para mí porque no fue fácil. Y a pesar de la voltereta pude reponerme y poder terminar de cuajar al novillo y salir a hombros.
-Tras el año de su debut con picadores, ¿qué balance hace de lo que va de año?
–Quitando estas cuatro últimas ha fallado siempre la espada. He podido tener bastantes triunfos pero podrían haber sido muchos más, sobre todo a principio de temporada. Este año he perdido puertas grandes muy importantes como Arles, Nimes, las dos tardes de Córdoba y en otras plazas. Pero de haberlos matado con acierto hubiera salido en hombros en todas ellas. Gracias a Dios en las últimas cuatro novilladas he podido salir a hombros porque me encuentro mucho más seguro con la espada. Ha sido una evolución para mí.
-Habrá hecho hincapié en ello para sentirse más seguro. ¿Qué ha cambiado de antes a ahora?
-Pinchar los novillos en Córdoba, Arles y Nimes me hizo pensar mucho y me hizo dejar un poco más de entrenar el toreo de salón, que es lo que lo que hago durante todo el día y centrarme más en la espada. He podido matar vacas viejas en el campo entrenando. Con las vacas viejas ya noté la evolución y luego en la plaza, con el macho, que tiene más volumen, lo he notado aun más. Ahora me siento más fácil y con más seguridad.
-En su deseada Córdoba también rozó la puerta grande.
-Córdoba es la plaza con la que yo sueño desde muy pequeño. Este año pude tener unas sensaciones impresionantes las dos tardes porque me embistieron mucho los novillos, tanto los de Jandilla como los de El Parralejo, y pude disfrutar toreando los dos días. Y luego también fue un placer para mí que me brindara un toro el maestro Morante de la Puebla y un novillo Marco Pérez en mi tierra. Les estoy muy agradecido.
-¿En qué espejos se mira Manuel Román?
-Me fijo mucho en el maestro Manolete, me fijo también muchísimo en el maestro Curro Vázquez y en el maestro Joselito. Son los tres toreros que más me llaman la atención.
-Tener a su lado a Zúñiga le ha sentado muy bien.
-Bien no, me ha sentado genial. Creo que estoy muy feliz de conocerle, ya no solo como apoderado, sino como persona. Creo que es una persona de las que quedan muy pocas en este mundo por desgracia. Una persona que desde el primer día me ha hablado claro. Me ha hablado diciéndome siempre la verdad pero con cariño y le estoy muy agradecido. Estoy muy contento de poder estar a su lado.
-¿Qué metas se plantea a corto plazo? ¿Y a largo, ve cerca la alternativa?
-A corto, quiero poder triunfar con mi toreo, en todas las plazas posibles, y que se hable aún mucho más de mí para tener muy buen ambiente de cara al año que viene. A largo, creo que eso es algo que tengo que hablar con mi apoderado y decidirlo entre los dos. Le mentiría si le dijese que la alternativa está cerca o lejos porque la verdad es que no lo sé.