El ¿has visto a Manzanares en Sevilla? se oye más estos días que el ya clásico ¿es verdad que se marcha Zapatero? La segunda pregunta suele ser respondida con una mueca de “a mí que me registren”, mientras a la primera es fácil que contesten, sobre todo en la capital del Guadalquivir, dándole pases al aire con la palma de la mano, ora por el lado izquierdo, ora por el derecho. Habría que remontarse a los momentos más álgidos del gran Chicuelo, compañero de aventuras camperas de Granero y De la Rosa en tierras salmantinas, a los gloriosos tiempos del Niño de San Bernardo o a los de Curro Romero, que fue el último torero que encandiló a los sevillanos, para encontrar muestras de admiración y adhesión a la figura de un matador de toros como las que ha suscitado el joven espada alicantino.
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