El Quiebro
Ruiseñor embistiendo al galope hacia El Blanco (Foto: Albert de Juan)Ruiseñor embistiendo al galope hacia El Blanco (Foto: Albert de Juan)

Memorias de un sueño: La elección

Ramón Bellver 'El Blanco'
domingo 27 de mayo de 2012

Cuando se cerró el trato con la empresa Medetauro para la retirada en Valencia, lo que más me obsesionaba era el toro que me acompañaría durante la actuación. Llegué al acuerdo de que el toro lo eligiría yo mismo…

Cuando se cerró el trato con la empresa Medetauro para la retirada en Valencia, lo que más me obsesionaba era el toro que me acompañaría durante la actuación. Llegué al acuerdo de que el toro lo eligiría yo mismo, y cuando me puse manos a la obra me di cuenta de que no era tan fácil como yo pensaba.

Empecé llamando a varias ganaderías de renombre, en busca de un toro hechurado, no demasiado ofensivo, bajo y bien hecho. En todas tuve la misma respuesta. No podía ser, ya que este tipo de toro está reservado para corridas y era complicado sacarlo para una simple exhibición de recortes. Aparte, tenía la problemática de tener que desplazarme a muchos kilómetros de distancia y lo más seguro es que encontraría alguna pega en el animal y perdería demasiado tiempo y dinero. Por no hablar de que, si el ganadero de turno me la jugaba, podría torear a puerta cerrada el toro y yo descubrirlo el mismo día en la plaza.

Cuando andaba ya algo preocupado, llamo a mi amigo Salva “Marsaga”, el cual, junto con su socio y también amigo Pepe “Andarillo”, dirigen el cebadero “Dehesa Campo Bravo”, que está muy cerca de mi pueblo. Me acerco a ver los toros que tenían, puesto que me habían comentado que allí había muy buen género este año y por la confianza que tengo en sus dueños de que todo se hablaría con la mayor transparencia. Sin tapujos.

Mi grata sorpresa fue que no sólo había un toro que me gustase, sino varios. Tres de ellos en especial medida, los números 43, 57 y 60. Todos marcados con el hierro de Hato Blanco, ganadería que hasta ese momento, lo que había visto en las calles me gustó. Toros con nobleza, dosis correctas de bravura, movilidad y sobre todo galope. Cualidades todas ellas muy típicas del encaste del que proceden, Guateles.

El primer descartado fue el 57. Toro bajo, bien hecho, abrochadito de cara, pero con una expresión de mala leche que temía que me produjese mal fario. Mis dudas se centraron entre el 43 y el 60, hermanos de padre, “Sombrerero”, y con madres de reata contrastada dentro de Guateles, la familia de los “Ruiseñores”. Los toros, muy bien hechos los dos. Más abierto de cuerna el 43, y con algo más de trapío. Pero el 60, cuando estaba a punto de decantarme por su hermano, lo vi andar y me llamó la atención la clase que tenía al hacerlo. Rápidamente le dije a “Andarillo” que lo hiciese trotar. Si era bonito andando, corriendo era un espectáculo. Descolgado en todo momento, galopaba con brío por el cercado. Su mirada noble, su comportamiento tranquilo, al margen del resto de animales, su seriedad y sus hechuras me acabaron de convencer. “Ruiseñor”, ese era su nombre, era el elegido para mi gran compromiso.

A partir de ese momento entablé una relación de “amistad” con el toro, ya que subía muchas veces a ver su estado, y cada día me gustaba más. Hablé con él en privado, cara a cara, apenas a ocho metros de distancia. Me dejaba acercarme por su nobleza, pero si pasaba la raya, se encampanaba y me advertía de que allí el dueño era él. Yo sin asustarme, le miraba fríamente a los ojos y le susurraba que el día 18 de marzo, en la plaza de Valencia, veríamos quién mandaba sobre quién. Fue bonito, pero me aceleraba el corazón el pensar que sus astas también guardan peligro, que la “amistad” se rompería si llegase el percance. Una posibilidad que me costaba dejar de lado.

El resto de nuestra relación es lo que se vio en el ruedo. Una coreografía soñada en mi mente. Una unión animal-hombre. Sus virtudes: el galope, la fijeza y la clase. Sus defectos: que había que hacerle las cosas muy bien, que no perdonaba el fallo, puesto que era casi cinqueño, y que tal vez cerró la persiana un poco pronto. Pero estoy seguro que su fondo era de bravo, sino no hubiera embestido con esa franqueza. Le costaba un poco entregarse, pero cuando lo hizo, lo hizo de verdad. En resumen, para ese día, fue simplemente perfecto. La elección fue buena.

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