LA PÁGINA DE MANOLO MOLÉS

Mi hermano Iván

Manolo Molés
lunes 23 de noviembre de 2020

Iván Parra ha sido el compañero perfecto en treinta años seguidos haciendo la temporada taurina en Colombia. Nos conocimos en una de sus incursiones en España y fue en 1991, el año del César colombiano, cuando la actualidad estaba en Colombia y había que estar allí. Cesar Rincón lograba un gran milagro para Colombia, que le vitoreaba con orgullo cuando lo pasearon en lo alto de un enorme camión por las calles de Bogotá. Había que estar en Bogotá para sentir aquella pasión de orgullo colombiano. Porque la gente gritaba: “Rincón y Colombia”, como un exilio de un país y de un ciudadano.

Vivir la temporada en Colombia con el Combo Taurino de Caracol fue mágico para un periodista. Empezábamos a las diez de la mañana y se cerraba el día informativo a las diez de la noche como pronto. Éramos un equipo de ocho periodistas más los técnicos y los chóferes.

“Mi “hermano” Iván valía mucho. Dirigió programas no taurinos en las teles. Era un profesional con un lenguaje muy cuidado. Fuimos en los muchos años de Caracol y en su final en RCN amigos íntimos”

Rincón dio orgullo a su tierra. Y fue como un Dios terrenal que había conquistado el corazón taurino de Madrid y por tanto de todos los aficionados. En aquel año y en los siguientes (desde ese 1991 hasta el día de hoy solo falté un año), aquel combo estaba formado por un gran equipo técnico y una decena de periodistas de todos los pelajes. Desde el inicio Iván fue mi amigo dentro del buen ambiente del llamado Combo Taurino de Caracol. Narramos las corridas enteras y el ochenta por ciento del público veía lo que sucedía en el ruedo y escuchaba las narraciones realmente espectaculares de Caracol. Mi “hermano” Iván valía mucho. Dirigió programas no taurinos en las teles. Era un profesional con un lenguaje muy cuidado. Fuimos en los muchos años de Caracol y en su final en RCN amigos íntimos. Y me dolía en el alma vivir sus tres últimos años esperando la salvación de un riñón que nunca llegó. Otro, con lo que tenía encima, se hubiera bajado del carrusel del periodismo. Él no perdió ni un día esperando el riñón que le salvara. Él sabía todo y no dio nunca ni un paso atrás. Tres años esperando la llamada que nunca llegó. Y perdió fortaleza física pero hasta el último aliento sacó las casta, la gracia, la sorna, la difícil naturalidad, sabiendo que se acababa el tiempo. Y se fue. Y sin embargo se ha quedado entre miles de admiradores, compañeros y amigos. Iván era grande en todo. Menos en la comida. Apenas comía queso, pandebono, jugo de mandarina y algún dulce. De ahí no salía.

“Me dolía en el alma vivir sus tres últimos años esperando la salvación de un riñón que nunca llegó. Otro, con lo que tenía encima, se hubiera bajado del carrusel del periodismo”

Inteligente y culto, Iván no hizo solo toros en la tele o en la radio. Hizo programas de todo tipo. Mi hermano colombiano nunca se quejó de la dureza de la comunicación. Siempre tenía una sonrisa o una frase amable. Pero cuando nos veíamos siempre me decía en esos finales: “Hermano, dame la mano hermano, dame tu fuerza”. Y se fue un mes antes de la feria, como sabiendo que este año la pandemia se llevó la temporada de toros y no escucharíamos su voz. Aquí quedó Patricia la esposa, Alejandra la hija y Luciana la nieta. Y su recuerdo.

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