Nek y Algemesí: cuando el triunfo de un torero es el triunfo de un pueblo

La Setmana de Algemesí tardó en arrancar artísticamente. El poco juego de los novillos, la dificultad del ruedo (cuadrilátero) para los menos experimentados, sin desdeñar las propias limitaciones de los diestros, que algo de culpa tendrán, retrasó el vuelo de la feria. La primera tarde a tener en cuenta llegó el viernes, con una buena novillada de Núñez de Tarifa, segunda versión de los Cuvillo, trapío justo y toreabilidad abundante, y un dúo de espadas de estilos tan diferentes como necesarios, el almeriense Jorge Martínez y el valenciano Niño de las Monjas; fino estilista el primero, cuajado ya como para ir pensando en la alternativa, para la que el invierno le puede dar el toque de horneado final; y bravo encajador el segundo, coraje de hierro, buscó el triunfo con toda su alma, de pie y de rodillas, tiró por la vía de los alardes sin que orillase en ningún momento la intención del torear asentado. La espada no fue en ninguno de los dos su mejor virtud, en realidad, nada que impidiese que cortasen dos orejas por coleta y se los llevasen a hombros por la tumultuosa calle Montaña.

El sábado fue tarde de gran expectación, por esta vez correspondida. Lleno total y ambientazo en el entorno, nadie quería perderse el debut de Nek. Visto el desenlace se entendió. El propio Nek se mostró elegante y sereno como si fuese diestro consolidado; su compañero Manuel Caballero, fiel a sus orígenes, mantuvo el pulso ambiental y los novillos de Victoriano del Río estuvieron a gran altura. La mácula de la tarde fueron las espadas, de otra manera la cosecha de trofeos hubiese sido espectacular. Caballero cortó la oreja de su primero y dio una apoteósica vuelta en su segundo tras sendas faenas de serena templanza; dos orejas cosechó Nek en su primero y una del que cerraba plaza, al que banderilleó con espectacularidad y brillantez antes de cuajarle la faena para la ilusión. En los dos casos, Caballero y Nek, dieron la talla y opositaron con argumentos muy razonados a un cartel de Fallas.

En los primeros días Miguelito no acabó de tener suerte con los torrestrellas, menos aún la tuvo el debutante valenciano Javier Camps con los pupilos de Talavante; y en ese tramo primero de feria cortaron dos orejas de un novillo Diego Bastos y Joao d’Alva; y a oreja por coleta salieron Víctor Hernández y el mejicano Gilio.

LOS CHICOS

La Escuela de Valencia presentó sus alumnos más destacados en las tres categorías de festejos. En la modalidad de clase práctica en horario matinal comparecieron ante un buen encierro de Nazario Ibáñez, Miguel García, dos orejas; Álvaro Cerezos, dos orejas; Simón Andreu, dos orejas y rabo; Emilio Miranda, oreja; y Bruno Gimeno, dos orejas. En la categoría de novillada sin picadores actuaron Marco Polope, que exhibió sus elegantes maneras, y Borja Navarro, que no tuvo suerte la tarde de los novillos de Coquilla.