La Revolera

No conviene abusar demasiado

Paco Mora
viernes 10 de febrero de 2012

El histriónico republicano Tardá puede cantar misas gregorianas, pero si en Barcelona hubiera un empresario como don Pedro Balañá Espinos (QEPD)…

El histriónico republicano Tardá puede cantar misas gregorianas, pero si en Barcelona hubiera un empresario como don Pedro Balañá Espinos (QEPD), en la Monumental de Barcelona se seguirían dando toros sin necesidad de que tomara la Gran Vía el Tercio Gran Capitán de La Legión. Porque el abuelo Balañá sería capaz de anunciar carteles bien rematados con base en José Tomás y todas las figuras capaces de poner la plaza patas arriba con corridas serias y bravas, y la decisión prohibitoria de los parlamentarios del Parque de la Ciudadela quedaría en agua de borrajas.

¿Qué eso sería desobediencia civil? Nada de eso; sería hacer con las decisiones del señor Mas y sus conmilitones lo mismo que hace él con lo que dictaminan la Constitución, el Parlamento, el Gobierno y los Tribunales de España; pasárselo por el arco de triunfo. De todos modos, que no se apunten el triunfo de acabar con los toros en Cataluña los enemigos de todo lo que huela a España, porque esto todavía no ha terminado. Pese a todas las travesuras y zarandajas de CiU y ERC, España sigue siendo una nación y la última palabra, en cuanto a los toros y todo lo que el govern català está poniendo patas arriba, la tiene el Congreso de los Diputados, donde tiene mayoría absoluta un partido que siempre ha declarado que el derecho a organizar, torear y ver corridas de toros es una cuestión de libertad.

Ítem más: Si un día un Balañá, de los Balañá de toda la vida, dueños de la Monumental, se levantara acordándose de que es descendiente del mejor empresario taurino de la historia del toreo, y anunciara carteles de lujo en cuanto a toros y toreros, veríamos quien era capaz de impedirlo, porque por mucho menos pusieron los madrileños en apuros a Esquilache, cuando quiso prohibir el uso de la capa larga y el chambergo. Y aunque de eso hace muchos años, no conviene abusar demasiado de la paciencia del pueblo español.

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