Hay un target en los que tengo escaso mercado. El de los presidentes, autoridades y demás de las plazas de toros. En las propiedades de las plazas tampoco me hacen la ola, en el banco se meten debajo de la mesa al verme, la que no huía ahora sí… en realidad mi target es apocalíptico. Cada vez que digo o escribo que tal actitud de un presidente en Madrid, en Bilbao, en tantas y tantas plazas, me suena a una cuestión medieval, en las redes piden mi cabeza y solo tengo una. Y la aprecio. Pero siempre mantendré que el elitismo absurdo de conceder la autoridad de decisión cultural de premio sobre la obra de un artista, el torero, a una sola persona, es una cuestión de la Baja Edad Media.
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