TAL DÍA DE ESTA SEMANA…12 DE NOVIEMBRE DE 2003

Nos dejó el Rey David

Alfonso Ávila
domingo 12 de noviembre de 2023

El 12 de Noviembre de 2003, a los 48 años de edad, David Silveti se quitaba la vida en el rancho de sus padres, sumido en una terrible depresión. David Silveti nació en la capital de México el 3 de octubre de 1955, en el seno de una de las dinastías toreras más importantes de México. Nieto del Tigre de Guanajuato, hijo de Juan Silveti y hermano de Alejandro, también matador de toros, además de padre del matador actual Diego Silveti. Tomó la alternativa en Irapuato en 1977 de manos de Curro Rivera. Confirmó el doctorado en 1979 en La México, con Manolo Martínez de padrino.

David ha sido el único torero mexicano que ha confirmado su alternativa en España con toros mexicanos. Fue en Las Ventas el 24 de mayo de 1987, de manos de Nimeño II, actuando como testigo Tomás Campuzano, con reses de San Mateo.

Había aprendido a convivir con su lesión de rodilla, producida al comienzo de su carrera como matador de toros, la tarde de su confirmación en La México en el año 1979, y casi la había superado tras muchas operaciones. Tras su retirada en 1995, volvió a los ruedos en 2002.

Un edema cerebral, consecuencia de un percance en un festival celebrado en San Miguel de Allende y después otro golpe en la misma zona en Juriquilla, fue ya definitivo para que los médicos le forzaron a una retirada, pues le produjo un síndrome maníaco-depresivo. Sufría fuertes dolores que se agudizaban al torear. Entre esos dos percances consecutivos, había conseguido uno de sus sueños, volver a la plaza Monumental, donde toreó dos tardes en 2003 y dio muestra de su clase torera en la primera, con gran éxito, del que Zabala de la Serna nos relataba para APLAUSOS:

“La magia salió de las muñecas de David Silveti, puro temple. Silveti se paró y se templó hasta lo sublime en la Monumental Plaza México. Llovían sombreros, volaban los oles sensibles y hondos. La comunión fue total. La personalidad del nieto del Tigre de Guanajuato, hijo de aquel otro Silveti fino de los cincuenta, empapó los empinados tendidos del gigantesco coliseo. La cosa se enmarcó en una tarde añeja que completaron Miguel Espinosa “Armillita” y Jorge Gutiérrez; el toreo se sobrepuso a todo, menos a unas espadas fallonas y febles.

El caso del Rey David necesitaría de un estudio serio, pues después de semejante alarde de valor y quietud extrema parece incapaz de matar, como si se hubiese desfondado en un éxtasis de otra galaxia. La emoción inundó el cuenco de cemento y almas. Tal fue así que tras incontables `pinchazos y descabellos se lo llevaron a hombros, envuelto en el capote de paseo, en una procesión que ascendió por el túnel que eleva a los toreros desde la arena del ruedo hasta el cielo. Desde México, como desde Madrid, también se puede tocar el firmamento. David se había abandonado al toreo”.

Tras lidiar la que sería su última corrida en Cadereyta, Nuevo León, el pasado 22 de Febrero de 2003, su neurólogo le prohibió volver a torear, pues cualquier percance, por leve que fuera, le podía causar la muerte por un coágulo que se le formó en el cerebro. La vida sin torear no tenía sentido para el rey David. Gloria para el grandioso torero y excelente persona.

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