La Revolera

Una buena feria de Fallas

Redacción APLAUSOS
viernes 20 de marzo de 2015

El triunfador absoluto de la Feria (cinco orejas y el clamor popular), fue El Juli que estuvo hecho un león de valor y entrega y con sabiduría sobrada para imponerse al viento, al frío y a las dificultades de su lote. Y Perera, que se la jugó sin trampa ni cartón.

Finalizado el ciclo fallero en cuanto a corridas de toros, siento la necesidad de hacer algunas puntualizaciones. Casi todos los que han opinado en este portal han coincidido en el lujurioso "torismo" que les inclina a menospreciar todo lo que ha salido por los chiqueros permitiendo que se le hiciera le toreo que hoy entusiasma a los tendidos. Pero la plaza de la calle de Xàtiva de Valencia se ha puesto en pie mayoritariamente varias tardes y ha premiado con orejas faenas de toreros que los críticos espontáneos llaman "figuritas". Son como esos que van a la ópera y, en vez de disfrutar del bell canto, pasan la velada apuntando los gorgoritos de los cantantes y los fallos de la orquesta. Para eso, en casa se está mejor.

Quizás sienten la añoranza de esas corridas que sólo sirven para la guerra, y el toreo a la defensiva que se les puede hacer a toros que buscan la femoral y las hombreras de los vestidos de luces. Lo único que se me ocurre es que quizás deberían habar nacido siglo y medio antes, cuando las grandes faenas consistían en sacar a los medios con cuatro muletazos de pitón a pitón y sobre las piernas en movimiento continuo, para poder meterles la espada, a toros mansurrones y entablerados. Lo siento por ellos, porque yo disfruto con un espectáculo distinto en el que los caballos de los picadores llevan petos y los toros embisten por abajo. Si acaso en ocasiones he echado de menos un poco más de casta pero me consuelo cuando sale una corrida, como la de Alcurrucén, encastada y se va al desolladero con casi todas las orejas puestas.

Las corridas en general han estado bien presentadas y con la romana correspondiente. Cuando leo en La Lidia crónicas de la época de Gallito y Belmonte que refiriéndose al toro dicen "un toraco de 500 quilos" se me caen los palos de sombrajo leyendo las opiniones de los "toristas" actuales. Quizás quieran, elefantes, porque la mayoría de los toros que hoy se lidian superan ese peso. Y me ocurre tres cuartos de lo mismo cuando dicen: "Sí, Morante o Finito de Córdoba han estado bien, pero con una novilladita insignificante". Deben ver y sentir el toreo de manera distinta a como yo lo veo y lo siento, porque yo en estas Fallas he visto toros y toreros. Morante sentó cátedra el día 14 de torero artista de exquisito gusto y acusada personalidad, en la mejor faena del serial. Y el Fino, el día de San José, le administró a su primer toro un quite por verónicas de seda natural con flecos de oro fino y con la muleta, cuando lo dejó el ventarrón que azotaba la plaza, le dibujó muletazos para el recuerdo de gran belleza y torería. Su segundo era un cabroncete, que aliado con el vendaval no dio para más. ¿Qué querían, que el de Córdoba se autoinmolara?

Luego el triunfador absoluto de la Feria (cinco orejas y el clamor popular), fue El Juli que estuvo hecho un león de valor y entrega y con sabiduría sobrada para imponerse al viento, al frío y a las dificultades de su lote. Y Perera, que se la jugó sin trampa ni cartón. Para mí ha sido un buena Feria. Los que se han dedicado a rumiar lo que no les gustaba, peor para ellos.

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