Fotos: RULLOT
El primero, ovacionado de salida, lució 640 kilos. Tremendo el toreo de capa de Rafaelillo, fácil, a favor del toro, colocando de lejos al animal frente al caballo. No le sobraban las fuerzas al de Cuadri, al que le dieron fuerte en dos varas. Luego, se vino a más. Bien José Mora en banderillas. Toro nobletón en la muleta. Rafaelillo le enjaretó tres series diestras buenas y subió el nivel con la zurda. Cuando se paró el toro le pajareó por la cara con oficio. Estocada. Oreja.
Rafaelillo recogió al cuarto toreando con el capote con la rodilla flexionada, de forma muy torera y muy fácil. Puso de largo al de Cuadri, pensándoselo el animal en el segundo encuentro. No era ejemplar de lucimiento en varas. Se defendió el astado en banderillas y el murciano brindó al cielo con el sombrero de Adrián Hinojosa, el niño afectado de cáncer que quería ser torero y murió hace unos meses. El toro, probón, complicado y descompuesto, impidió que pudiera haber faena. Así lo entendió también el público. Al de Cuadri, que llevó la cara alta y se mostró enterado, lo probó el torero por los dos pitones, doblándose con él y despachándolo de pinchazo y estocada. Fue ovacionado.
Precioso toro el segundo, protestado tras blandear en el primer tercio. Cumplió Alberto Gómez con el capote, cortando el toro en banderillas y llegando noble y parado al último tercio. No hubo entente entre toro y torero, que mató de pinchazo y bajonazo. Pitos al animal, ovación al torero.
El quinto, otro tío con 642 kilos a cuestas, alto y largo, puso en apuros de salida a Alberto Gómez y derribó al caballo con estrépito. Se le castigó duramente en la segunda vara y, aun así, se arrancó desde los medios para el tercer puyazo. El de Cuadri llegó noble al último tercio, con posibilidades. Alberto Gómez puso decisión y estuvo por encima de su escaso oficio. No sucedió igual con la tizona, que manejó mal.
Román cuajó una gran actuación frente al tercero, únicamente emborronada con el mal uso de los aceros. El valenciano aguantó el tipo lanceando de salida al de Cuadri, que embistió con bravura y celo por abajo. Luego, arrancó con la muleta doblándose con el animal con clasicismo y poderío. Ya derecho, lo toreó perfecto sobre ambas manos desde la primera serie hasta la última. Las series con la mano derecha resultaron vibrantes y dominadoras. El toro embistió de categoría y él le aguantó el pulso, ligando los muletazos en series muy largas, rematadas con pases de pecho de pitón a rabo. Con la zocata también lo bordó. Una serie por ese lado fue cumbre. Llegó incluso a relajarse y abandonarse ante el de Cuadri. Faenón mayúsculo. Sin embargo, cuando todo hacía presagiar un éxito de dos orejas, marró con la espada. En el primer pinchazo el toro le volteó de forma escalofriante, saliendo afortunadamente indemne del trance. Luego, dejó una estocada que hizo guardia y marró también con el descabello. Su emotiva labor, realizada bajo los sones de La Concha Flamenca, quedó finalmente sin premio tangible. Petición y vuelta al ruedo.
El sexto manseó y resultó reservón. El público quería ver lo que no era. Embestía dormido, con las fuerzas guardadas. Amagaba y se lo pensaba. Román se puso con decisión, pero no podía haber lucimiento. Falló de nuevo con el acero.
Valencia, domingo 23 de julio de 2017. Última de la Feria de Julio. Toros de Hijos de Celestino Cuadri. Bien presentados, de juego interesante, con un toro muy bueno -el tercero- y dos complicados -cuarto y sexto-. Rafaelillo, oreja y ovación; Alberto Gómez, ovación y silencio; y Román, vuelta al ruedo tras petición y silencio. Entrada: Media plaza (5.079 espectadores). Bien José Mora en banderillas con el primero.
