VENEZUELA

Antonio Nazaré, toreo de muchos quilates en Mérida

El sevillano salió en hombros, mientras que Vanegas cortó una oreja y Serna dejó destellos de su toreo que no fueron rematados con el acero
Rubén Darío Villafraz
domingo 11 de febrero de 2018

GALERÍA DE FEDERICO MONTES DEL FESTEJO

Fotos: FEDERICO MONTES

La corrida prometía emociones. Los toros de Ricardo Ramírez, aun cuando su trapío baja muchos listones, bien es cierto que el grado de nobleza en sus embestidas es sinónimo de garantía de triunfo. Y ayer, lo hubo hasta en cuatro de los escurridos pupilos que cría en las proximidades de Las Porqueras. Del lote desdijo un quinto ejemplar con el hierro de la divisa “cachapeado” que en nada se pareció en trapío ni en condiciones durante la lidia a sus hermanos, lo que debió llamar atención a nuestras catedráticas autoridades de plaza, que se hicieron los “policía de Valera” con este gazapo.

La tarde arrancó entonada con la faena de Nazaré al jabonero que abrió plaza, animal generoso al que cuidaron en varas para en la muleta el de Dos Hermanas llevarle al aire y son que pedía el animal, siempre a media alturita, templándole y llevándole a la velocidad que requería el astado. Por la diestra así como la zurda se vieron series de gran eco en los tendidos lo que unido a los detalles torerísimos en entradas y salidas de series, hicieron de esta un presagio que se apaciguó tras la estocada trasera y tendida que recetó.

Pero lo cumbre vino con el nobilísimo y anovillado «Canelo» el cual le sangraron con minúsculo cuidado en varas, una maquinita de embestir, en especial por el lado derecho

donde Nazaré se jactó de pasárselo templadamente, y con garbo, incluso abusando de cercanías, lo que hizo en una serie donde por espaldinas hizo explotar de júbilo la plaza. El toreo por naturales tuvo su miga, en series cortas y bien condimentadas con ese salero sevillano que tanto gusta, para epilogar por ajustadas bernardinas, antes de solicitar irresponsablemente el indulto del animal, cambiando hasta en tres ocasiones de espadas, vaya a saber con qué solapada intención. Lo cierto es que Usía mantuvo firme su criterio, yéndose tras la espada de certero volapié en todo lo alto para de los presentes solicita el par de orejas que certeramente se premió dichos trasteo y vuelta al ruedo al destacado astado.

Vaya tarde complicada la que tuvo el venezolano Manolo Vanegas, de las tardes que se recuerden en esta plaza donde se haya pasado más miedo ante un toro como fue ese quinto de la función, un toro totalmente diferente en hechuras al resto de los lidiados, luciendo un raro manchón en el hierro. Cosas raras que solo en esta plaza pueden suceder. Con ello Vanegas apechugó desde salida a no irse de vacío de esta plaza, en larga cambiadas cerrado en tablas, para luego propinar fuerte castigo en varas, hasta tres puyazos a cargo de Nahir Zambrano, con tumbo incluido. En la muleta vendría el toma y daca, el recital de “testiculina” que hubo de echar pie Manolo al ver pasar cada vez más ceñidas una embestidas que constantemente le median terrenos y colocación, siempre pegando un “tornillazo” en el embroque, avisándole hasta en tres ocasiones, toreando por la diestra con una verdad poco vista en torero tan novel, cargando la suerte en cada muletazo, hasta echárselo a los lomos, de forma dramática, segundos eternos en las astas, quedando grogui en brazos de las asistencias. Mayor drama imposible. Repuesto del trance, volvería a la cara, para rematar labor de estocada entera, trasera y desprendida, para doblar y premiársele con una de las orejas más merecidas y caracas que se recuerden en esta plaza. La ovación en la vuelta al ruedo, atronadora por donde pasaba, hizo tras esta que pasara inmediatamente al hule, donde reventado, quedaría en manos de los galenos de plaza.

Su primera labor también tendría su interés, sobre todo en el sabroso saludo con el percal, en verónicas y chicuelinas voladas en los medios. El quite por caleserinas y tafalleras colocaría mayor variedad al repertorio capotero. Con la pañosa, firmeza de terrenos y seguridad en cada serie de muletazos las evidencias por el espada de Seboruco, apretándole hacia los adentros el astado, sin un ápice de corrección en la colocación el torero, Dos viajes con el acero toricida, mandaron a la mulillas la res.

Por su parte Rafael Serna ha dejado una agradable tarjeta de presentación. Suavidad y serenidad las que dejaron evidente el trazo de sus muletazos ante el tercero, faena con aditamentos de torería y gracia propios de torero rodado. Faena esta por cierto donde entraría en calor los presentes a partir de una segunda tanda que hizo crujir los cimientos de la plaza, por su empaque. Una pena que el pinchazo antes de la estocada fulminante dejara todo en palmas, las mismas que no pudo alcanzar en el que cerró plaza, astado el cual su desconcertante comportamiento y rajada condición tras el inicio de muleta, hicieron inútil su esfuerzo.

Mérida (Venezuela). Sábado 10 de febrero de 2018. II corrida de la IXXL Feria de Sol. Toros de la ganadería Los Ramírez justos de presentación, escurridos de carnes y con evidencias de manipulación de pitones; nobles y con recorrido 1º, 2º, 3º y 4º, este último premiado con la vuelta al ruedo de nombre “Canelo” N° 289 de 433 kilos; 5º con signos del hierro alterado y totalmente ajeno a los demás en cuanto a hechuras y comportamiento; 6º, a menos y rajado. Antonio Nazaré, palmas y dos orejas; Manolo Vanegas, palmas y una oreja; Rafael Serna, palmas y silencio. Entrada: Menos de media plaza. Excelente par de banderillas de Diego Guillen en el 4º y Francisco “Chico” Paredes en el 5º, así como en la brega Gerson Guerrero. El diestro Manolo Vanegas fue atendido en la enfermería donde recibió aproximadamente 20 puntos de sutura en el labio superior quedando pendiente de estudio tomográfico ante posible fractura maxilo-facial.

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