La revolera

El Fallero

Paco Mora
miércoles 30 de mayo de 2018

La tarde alcanzó su mayor punto de ebullición en el vigésimo primer espectáculo de la Feria de San Isidro en Las Ventas cuando David Galván esperó al quinto toro desde el centro del ruedo, con la muleta plegada en la mano izquierda y, quieto como un poste, le dio salida a su embestida por el lado contrario en una perfecta interpretación de El Fallero, ese pase que estrenó Pedro Martínez “Pedrés” allá por los comienzos de los años cincuenta en las Fallas de Valencia y que inmortalizó el pintor Reus en un cartel de toros de una gran belleza artística y muy descriptivo de la tauromaquia del torero de Albacete.

Después, continuó el gaditano con estatuarios perfectos de quietud y estética, la barbilla hundida en el pecho, y dos pases de la firma de auténtico cartel de toros. Siguió la faena el de San Fernando con quietud, temple y armonía en series a media altura para evitar que el toro se le viniera abajo como todos sus compañeros de camada hasta el momento. La faena fue un portento de torería, gracia y saber andar por la cara del burel hasta que lo pasaportó de una buena estocada como ya había hecho con su primero. Pero el público venteño no acusó recibo, quizás influido por la nubosidad de la tarde, y no supo o no quiso apreciar el esfuerzo del fino y estilista torero gaditano.

Tampoco estuvieron los tendidos esta tarde a la altura que merecía Álvaro Lorenzo, y pese a la ovación con que le obsequiaron al finalizar el paseíllo, en recuerdo de las tres orejas conseguidas el Domingo de Resurrección, no valoraron con justicia sus dos faenas, repletas de detalles toreros y representativas del buen momento que atraviesa. Daniel Luque tampoco tuvo material con el que lograr el éxito, en una plaza que tanta falta le hace conquistar, para retomar el buen curso de su carrera. Tarde rara la de este martes en Las Ventas del Espíritu Santo, que no pudo levantar ni la Virgen María, de cuya ganadería era el último toro que sustituyó al que había sido devuelto a los corrales por su mansedumbre y escasez de fuerzas. En fin, otro día será…

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