SAN FERMÍN

Triple puerta grande en el festejo de rejones en Pamplona

Noble corrida de Capea con un gran toro, el segundo, premiado con la vuelta al ruedo
Redacción APLAUSOS
viernes 06 de julio de 2018

Fotos: JAVIER ARROYO

Bien presentado estuvo el primero de El Capea, serio y hondo, pero deslucido en líneas generales. El poder con el que salió al ruedo se fue diluyendo durante su lidia hasta quedarse parado, sin colaborar, ante las cabalgaduras de Hermoso de Mendoza. Por encima del él anduvo el navarro en una faena en la que supo medir muy bien las condiciones del toro. Los mejores momentos llegaron en banderillas, siempre clavando reunido y en embroques donde dejó llegar al toro con clase y temple. Con las cortas, con Albino, logró los momentos más emotivos que lanzaron el final de su actuación, rematada de un rejón -trasero y defectuoso pero efectivo- que le valió el primer trofeo.

El segundo de El Capea tuvo excesiva romana y su principal virtud fue ir a más y soportar con casta y raza la exigente lidia que con él protagonizó Leonardo. Por encima del toro de Capea, ésta fue una actuación superior en la que el rejoneador fue haciendo al toro y, al compás, también fue metiendo al público en la lidia. Fijó al de murube con dos rejones en los que templó la embestida con Estoque y lanzó la faena en banderillas con un vibrante tercio donde puso al toro en suerte siempre en corto, de frente, llegándoselo y clavando reunido al estribo. Muy emocionante fue su toreo a dos pistas -pegado a tablas- con Despacio, un caballo que a la grupa templó las embestidas del toro de Capea siempre a más en nobleza, calidad y casta. Después, con las cortas, las lanzadas con Xarope levantaron las ovaciones de un público que -entregado y tras un rejón fulminante- le premió con el doble trofeo y vuelta al ruedo al toro de Capea.

Salió embistiendo con mayor franqueza el tercero del festejo pero pronto mostró su condición deslucida cuando salió desentendiéndose del embroque con la cabalgadura. Armendáriz intentó templarlo con Prometido pero el de Capea descubrió desde el inicio su poca calidad. No terminó de definirse la faena, con altibajos, ante un astado mucho más parado que los anteriores. Voluntarioso y siempre animoso, lo intentó con Farruco, Diamante y Camarón en una actuación que le costó mucho levantar ante el respetable. Desacertado con el rejón de muerte, se le diluyó cualquier posibilidad de triunfo.

Suelto salió el de Carmen Lorenzo lidiado en cuarto lugar que resultó deslucido durante toda la lidia, parado, sin maldad, muy poco colaborador. Con Barrabás lo fue sobando Hermoso de Mendoza para templarlo y, con suavidad, encelarlo pero lo cierto es que el toro fue un marmolillo. Siempre clavando arriba en la cruz con los rejones de salida, a lomos de Disparate se emplearon a fondo -caballero y cabalgadura- para hacer frente a la plúmbea embestida del murube y al ambiente frío que reinaba en el tendido por ser éste el toro de la merienda. Esfuerzo, tesón, entrega, valor y lección maestra de saber estar la de Hermoso de Mendoza que se gustó por hermosinas, preparando las suertes y saliendo de ellas con torería. Estuvo por encima del toro, en maestro, con una faena muy laboriosa. Culminó su actuación a lomos de Pirata y con él y con las cortas, Hermoso de Mendoza echó el resto con un par a dos manos que tras un rejón de muerte espectacular le valió el doble trofeo.

Enrazado se mostró Leonardo ante el quinto, el de más poder en sus embestidas durante los dos primeros tercios que transmitió importancia a la faena durante ambos tercios. Clavó arriba y con poder los dos rejones de castigo a lomos de Picasso y con un toro que midió mucho la distancia y dosificó sus arrancadas, Hernández puso todo de su parte por cuajar una faena a más en la que fue metiendo, poco a poco, al público a su favor. Con las banderillas y sobre el castaño Enamorado hizo lo imposible por conectar con el tendido en cada reunión ante un toro, mucho más parado a medida que avanzaba la actuación. Lo más vibrante llegó con Despacio, un tordo que le permitió clavar un gran par a dos manos que sirvió para arrancar la ovación cerrada del público y rematar su actuación a lomos de Xarope toreando con raza en la distancia -muy corta- mientras Hernández clavaba las rosas y se adornaba sobre la testuz. El desacierto con el acero le privó de premio mayor.

La faena de Armendáriz al que cerró plaza resultó muy meritoria y entregada. Éste fue otro de Capea que resultó deslucido en su embestida, solo franca cuando se encontraban caballo y astado en la media distancia. Toreo con mucho temple a lomos de Prometido, encelando al toro que se mostró indefinido en el arranque de su lidia. Siempre clavó arriba, dejándose llegar al de Capea y, con otro Capea, un caballo valiente en banderillas, logró centrar su actuación y relanzarla con intensidad. A más con esta montura, toreó a dos pistas pegado a tablas lo que valió para hilar faena a lomos del veterano Ranchero. Con él logró los mejores instantes de su actuación clavando banderillas con el cite de lejos y de frente para clavar en el estribo. Certero con Camarón en el uso del rejón de muerte la tardanza en doblar el toro creó la tensión precisa en la espera para que surgiese la explosión de júbilo en el público que le premió con el doble trofeo.

Pamplona. Viernes 6 de julio de 2018. Feria de San Fermín. Toros de El Capea y Carmen Lorenzo (4º), serios y hondos, muy bien presentados pero de juego desigual, nobles en líneas generales con un segundo, gran toro, de vuelta al ruedo. Pablo Hermoso de Mendoza, oreja y dos orejas; Leonardo Hernández, dos orejas y palmas; Roberto Armendáriz, silencio y dos orejas. Entrada: Casi lleno. Al segundo, de nombre “Jaquetón” herrado con el nº 32, negro mulato nacido en 03/14 y de 600 kilos de peso se le premió con la vuelta al ruedo.

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