BENLLOCH EN LAS PROVINCIAS

Pablo Aguado, a compás e inspirado

José Luis Benlloch
domingo 14 de marzo de 2021
La temporada arrancó en Ubrique con una excelente faena del sevillano

Por esta vez no hubo malos mengues ni maldiciones. La temporada arrancó ajustada al guión. Lo que tocaba y lo que se necesitaba para alimentar el espíritu de los aficionados, tanto tiempo huérfanos de toros y de aprecio general. Meses y meses hablando del toreo sereno y sevillanísimo de Pablo Aguado y compareció Aguado haciendo lo que se esperaba, torear despacio y diferente, con ese aroma pepeluisista que parecía perdido en la noche del consumismo y todo se iluminó. El público batía aplausos con entusiasmo, dejaba escapar ¡ohoos! de admiración y sonreía. ¡Eso, eso es lo que yo decía!, explicaban. Cortó dos orejas que a estas horas es lo de menos y aunque tuvo que remontar una puesta en escena tristona en su primero, valió la pena la espera. En estos personajes que tanto dependen de la inspiración, en ocasiones hay que esperar. ¿Falta de empuje, conformismo?… quizá simplemente fuese cosa del invierno, porque hasta los artistas necesitan de romper el hielo para poner en marcha los automatismos frente al toro. En otra dimensión, menos artista y más en agraz, no estuvo nada mal, todo lo contrario, el otro sevillano, Rafael Serna, de familia de reconocidos músicos, al que correspondió un dulcísimo jandilla que le permitió hacer el toreo al natural con cadencia e interesantes maneras.

El festejo estuvo precedido de una gran expectación virtual, diríase que se jugó en las redes. Otra cosa no cabe en las circunstancias actuales. Sucedió en Ubrique, en plena serranía de Cádiz, en lo que era la apertura de la temporada española. Primera corrida del año, en realidad se trataba de la recuperación, hoy sigue, de dos festejos de la famosa Gira de la Reconstrucción, que el año pasado no se pudieron celebrar. Chocaba comprobar el cartel de “No quedan localidades” con el aspecto de los tendidos, menos de ochocientos aficionados, cuidadosamente distanciados entre sí. Mascarillas en los espectadores y hasta que sonaron los clarines también en los diestros. Es lo que hay y hay que aceptarlo. La viabilidad que no es posible con la taquilla lo compensaban los ingresos televisivos. No son estos festejos la solución a la temporada, pero son absolutamente necesarios para mantener encendida la llama del toreo. Necesarios pero no suficientes, dice la lógica matemática, pues eso. Y gracias.

Se lidiaron cuatro toros de Jandilla con la presentación acorde a la categoría de la plaza, no más pero tampoco menos. Todos tuvieron posibilidades de triunfo y si hay que destacar bondades, se las llevan los dos últimos, más entero el tercero, mientras que el cierraplaza, muy justo de fuerza, se fue arriba y embistió con gran clase.

No comenzó bien el festejo. Un lío previo por un cambio de hora del que no se enteraron todos, obligó a esperar. Tampoco artísticamente fue bueno el inicio. Todos pendientes de Aguado que, salvo en unos mecidos lances de recibo y algún detalle muletero, no acababa de aparecer. Tampoco la primera labor de Serna parecía justificar un viaje a la serranía, pero salió el tercero y todo cambió. Se desataron los duendes de la inspiración de Aguado y dio pábulo, justamente, a que se siguiese avanzando en ese camino tan andaluz o, mejor, tan sevillano, de levantar leyendas. Se lució en las chicuelinas, tanto al paso como cuando se paró y sacó a pasear las mejores virtudes de su toreo, el relajo, el compás, la serenidad y la sencillez, el toreo de frente y de costadillo, siempre bello en lo fundamental y en lo accesorio como los cambios de mano, los kikirikís, el pase de las flores, las entradas y las salidas del toro. Todo sin aspavientos. Le concedieron dos orejas que reflejaron lo sucedido.

Serna, por su parte, puso voluntad y discreción en su primero y se vino arriba en su segundo, dejando entrever un torero interesante con la zocata, solo que hay comparaciones que joden por muy amigo que seas. En cualquier caso creció, mejoró el cartel y se ganó el derecho a seguir soñando.

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