“Paquirri, que vestía con un terno azul marino y oro, cuidó mucho a su primer toro, que tenía poca fijeza. Alternó en el tercio de banderillas con El Soro, resultando muy vistoso. Brindó al novillero Manuel Díaz “Manolo”, quien se comentaba en los tendidos que es hijo de El Cordobés. Paquirri está bien con el toro, pero la gente no se calienta y corta una oreja”.
La tragedia sobrevino en el cuarto toro de la tarde. A las siete y veinte de la tarde, un toro chico de Sayalero y Bandrés -pesó 236 kilos en canal-, marcado con el número 9 y de nombre Avispado, con un pitón derecho muy astifino -causante de la tragedia- cogía a Paquirri de forma espeluznante en la plaza de toros de Pozoblanco.
Rafael Torres, banderillero de la cuadrilla de Paquirri, contaba para Aplausos lo sucedido: “Era un toro muy bonito que a todos nos gustaba y como Paco siempre tenía la costumbre de echar por detrás el toro que más le gustaba, de ahí que saliera en cuarto lugar. De salida Paco lanceó por verónicas mirando al tendido, rematando con una media también mirando al tendido. Paquirri tenía la costumbre de llevar el toro al caballo, pues decía que así se iba acostumbrando a la velocidad de la embestida del toro. En el primer capotazo tuvo que pegar un brinco para atrás, pues se le venció y no lo cogió de milagro, en el segundo le cortó mucho más, lo cogió y se lo llevó con el pitón metido sin soltarlo pese a que Paco se agarraba a la cabeza del toro. Fueron diez segundos interminables. Al soltar el toro a Paquirri, Gregorio se lo llevó con la mano a cuerpo limpio, y cuando dejó el toro a Gregorio se vino conmigo. Tenía el toro toda la cara y oreja, así como el pitón, llena de la sangre de Paquirri. Del muslo de Paco salía la sangre como una fuente. El boquete era horroroso, del tamaño de un cenicero. Entre todos lo llevamos a la enfermería y luego el toro resultó muy bueno para la muleta, cortándole Yiyo las dos orejas. En la enfermería se llamó por teléfono a Ramón Vila, que preguntó quién era el cirujano que lo iba a intervenir; al decirle que se trataba de Eliseo Morán, nos dijo que era un gran cirujano, cosa que nos tranquilizó a todos”.
Paquirri, quien en la enfermería demostró una gran entereza, trataba de calmar a la gente y poner orden. Explicó al doctor Morán perfectamente las trayectorias que él creía que tenían las cornadas.
Los médicos, los cirujanos Eliseo Morán y Rafael Ruiz, tras controlar la hemorragia y ante la magnitud de los destrozos producidos por el asta del toro, deciden trasladar al herido al Hospital Reina Sofía de Córdoba, para continuar la intervención. A velocidad de vértigo y por una carretera llena de curvas, se hicieron en apenas una hora los ochenta y cinco kilómetros que separan Pozoblanco de Córdoba. Durante todo el trayecto Paquirri, acompañado del médico y de su mozo de espadas, estuvo con conocimiento. Pero cuando faltaban seis o siete kilómetros, empezó a notar síntomas de asfixia y perdió el conocimiento. Así que decidieron salir hacia el Hospital Militar que estaba a la entrada de Córdoba, donde llegó todavía con vida pero en un estado agónico. Falleció al poco de ingresar, alrededor de las nueve y diez de la noche.
Del resto de la corrida, José Cubero “Yiyo” logró un total de seis orejas en una buena tarde, mientras que El Soro logró las dos orejas del tercero, ya que el sexto se lidió con la lógica preocupación del percance ocurrido.
Lleno absoluto en la plaza de toros de Pozoblanco (Córdoba). Se lidiaron cinco toros de Sayalero y Bandrés, y uno lidiado en sexto lugar de Palomo Linares, de buen juego en general. Francisco Rivera “Paquirri” (oreja y herido mortalmente en el cuarto), José Cubero “Yiyo” (dos orejas, dos orejas y dos orejas del cuarto toro) y Vicente Ruiz “El Soro” (dos orejas y silencio).