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Pascua, Arles, Manzanares

Hay quien sostiene que Manzanares fue, en estilo y concepto, más de la estirpe de los Ordóñez que de la de Luis Miguel y los Dominguines. En Arles fueron asiduos el uno y el otro. Y Picasso

En la edición de 2015, la Pascua taurina de Arles rinde homenaje sensible a Manzanares. A Manzanares padre. “Hommage au Maestro” (Homenaje al Maestro) reza el subtítulo del cartel de La Feria. No confundir La Feria –mayúscula, mayúsculas- con la de la Primicias del Arroz, es decir, las corridas de septiembre. En ellas se encuadra el espectáculo extraordinario de la goyesca. La Goyesca. Mayúscula, mayúsculas.

La cartelería viene siendo la más singular de las aportaciones de Francia al toreo y su entorno. Pablo Picasso le dio en los años 50 la vuelta a la pintura taurina. Imposible competir con Goya. Ni intención siquiera de hacerlo con los tauro impresionistas. Pero genio y talento para redescubrir en el alfabeto plástico ibérico las primeras señales de vida del toreo. El toreo moderno. Picasso murió el mismo año en que Manzanares padre tomó la alternativa.

En cosa de toros solo hay un padrino: el que te cede espada y muleta, y un toro para que lo mates, y recoge en el antebrazo el capote de percal, y te abraza o te estrecha la mano. El padrino de Manzanares fue Luis Miguel Dominguín. Luis Miguel, un amigo querido de Picasso. Tres talentos distintos.

Hay quien sostiene que Manzanares fue, en estilo y concepto, más de la estirpe de los Ordóñez que de la de Luis Miguel y los Dominguines. En Arles fueron asiduos el uno y el otro. Y Picasso. De la época –el Picasso sexagenario pero en plenitud, el Luis Miguel mundano, el Ordoñez neoclásico- hay testimonios gráficos soberbios en el inagotable archivo fotográfico de Lucien Clergue, que a los 80 años murió el pasado invierno en su Arles natal. Vida plena.

Un tipo extraordinario Clergue: la persona, el personaje, el artista. Picasso fue, en arte, su padrino. Clergue le llevó un día unas fotos para someterlas a su juicio. Y Picasso le dijo, más o menos: “Déjalo todo, Lucien, y sígueme…” El arte por el arte. La belleza que en toda Arles se siente y asoma casi en cada piedra. La más hermosa de las ciudades romanas de la Galia. Con sus vientos, con su luz, su doble acento gitano y catalán, y con sus toros. Los de La Feria y los demás.

Hace cuarenta años, cuando Manzanares asomaba la cresta con descaro propio de torero más ambicioso que nuevo, lo premiaron en Arles como triunfador de la temporada. En 1965 se constituyó la Comisión Taurina municipal que vino a ordenar el calendario taurino de la ciudad y su signo. Los hermanos Pouly –Pierre, matador de toros, y Achille- y un grupo de aficionados y criadores –entre ellos, Alphonse Jabalert, el abuelo paterno de Juan Bautista- le dieron a la Pascua, y a los festejos del Arroz también, un sesgo distinto, que supuso una apuesta por el toro –el sello torista de Arles- pero un reclamo de los toreros mayores sin distinción de patrias: aquí fue César Girón un ídolo, siempre han estado abiertas las puertas a los mexicanos, y a los portugueses, y a los colombianos. Feria cosmopolita.

La revolución plástica de los carteles–creación pictórica- se ha dado una tregua esta vez para que una espléndida foto de Arjona sea el emblema de La Feria. Es Manzanares solo. El solo y todo. Parece foto coloreada en laboratorio. Un terno gris entre perla y plomo y oro, con sus remates de pasamanería y alamares blancos. Faja y pañoleta negras. El cuerpo está dejado sobre la pierna diestra, levemente adelantada la siniestra, la muleta en la zurda apenas sujeta por tres dedos de la mano, el medio pecho. La compostura es formidable. El encaje. La espada viene en vertical desde la empuñadura a la pantorrilla. En paralelo. El logotipo del Arles Taurina –una A capital y astada sobre un óvalo como el del ruedo del anfiteatro- hace de fondo y contraste. Manzanares es una silueta. Muy sencillo, elemental: un cartel singular.

Y, luego, la Feria propiamente. Con puesto preferente para Manzanares hijo en la corrida siempre estelar del sábado –vísperas de Pascua- y un sitio para el otro Manzanares, Manolito –así lo llamaba su padre- que abre con un toro de rejones la fiesta mayor del domingo: toros de Montalvo. Castella, Luque y Fandiño, que acaba de salir herido pero ni muerto de una ingrata pelea en Madrid.

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Barquerito

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