Perera: “En esos primeros días en el hospital tras la cornada de Vistalegre pensé en lo peor. Él fue el primero que me dijo: levántate de la cama. Ese fue el primer paso y el clave para la recuperación tan rápida que tuve. A los veinte días estaba toreando”.
Padilla: “Me sorprendió cuando fuimos al campo y se puso delante de dos toros, quizá mermado de facultades, pero su cabeza y su actitud no habían cambiado nada. Fue asombroso”.
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