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Que no sea por imperativo sectario

Y si eso -“El gran incendio”- pasaba de puertas para adentro, en la acera de enfrente, donde nos gobiernan y nos ahogan, o eso quieren, las aguas no bajan más tranquilas. Son la gota malaya, la mosca cojonera que no cesa. No hay sorpresa en su posicionamiento ni en sus métodos, cada vez que ha tenido ocasión, y cuando no también, el Ayuntamiento de Valencia -no es el único, me acuerdo del Madrid de Carmena por no citar a la Barcelona de Colau por obvio y a otros varios- se ha mostrado abierto y activamente en contra del toreo. Sin tener ni querer tener en cuenta a los miles de ciudadanos que no piensan como ellos y gustan o simplemente aceptan la fiesta de los toros y las normas del respeto a la opinión y derechos ajenos, ha tomado otra iniciativa anti y se ha puesto a elaborar una nueva normativa para la Empresa Municipal de Transporte (EMT) en la que pretende terminar con la publicidad de toros y circos en los autobuses, pantallas y marquesinas. Es un paso más en la deriva mimética, el contagio de los vecinos del norte, que, recuerden, tras prohibir los toros hasta censuraron el retrato de Padilla, y que hoy afecta a los toros y mañana a lo que más les convenga, que hoy se debate en los mensajes de los buses y ya hace tiempo que se ha patentizado en las aulas de los colegios y en el mal uso que se hace de un tesoro como la lengua propia que en lugar de potenciarla como nexo la convierten en arma arrojadiza, en un hacha de sílex para partir la sociedad.

Ellos erre que erre, como los pollinos que se les acaba la senda y siguen adelante. La Fundación tiene tajo para evitar otro atropello

El caso es que los próceres municipales quieren incluir un código ético -es de un desahogo, un delirio total que ellos hablen de ética- en el que se prohíba la publicidad “contraria a la legalidad, a los principios constitucionales y a las normas de convivencia” y en él se haría hincapié expresamente en las corridas de toros, circos con animales, armas y publicidad sexista, dicen. Es decir, obvian que las corridas de toros son legales, que no solo entran dentro de los principios constitucionales sino que son reconocidos y premiados entre las bellas artes por parte de las más altas instituciones del Estado o quizá sea por eso mismo y además no necesitamos de ningún despliegue policial para preservar nuestra convivencia, pero ellos erre que erre, como los pollinos que se les acaba la senda y siguen adelante. La Fundación tiene tajo para evitar otro atropello. Es una batalla que hay que ganar, un cortafuegos que evite males mayores. Luego los toros se anunciarán o no en los buses, pero que no sea por imperativo sectario.

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Que no sea por imperativo sectario

José Luis Benlloch

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