Es Bilbao y los toreros pasan miedo. Más miedo que en Sevilla o en Madrid. El miedo de Pamplona es otro. Los demás miedos son normales o escuecen menos. Al saltar a la palestra, el toro de Bilbao tiene vividos y rumiados por lo menos tres meses más que el de Madrid y Sevilla. Los tres meses de calor en que los toros aprenden a pensar porque son más las horas de luz y, entonces, no se mueven por inercia. Esos tres meses son como medio año. Y, luego, el trapío de Bilbao se ha salido por la tangente: es más cara una corrida de las Generales, de las de abono de Bilbao, que cualquiera de las de San Isidro o de la Feria de Abril.
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