Reaparecer o aparecer de nuevo. No me gusta ese verbo para aplicarlo al toreo. Un torero no es un deportista que, agotado su físico creciente, llegado al techo de su máximo rendimiento muscular en su especialidad, ha de dejar su actividad. Y, por supuesto, no puede estar un par de años sin hacer nada y volver a los estadios para reaparecer. No estamos en este caso. Quizá estemos ante un caso similar al de un artista, aunque con sus particularidades. Van Gogh no se retiró de la pintura y luego reapareció. Tampoco Miguel Ángel, Velázquez, El Greco o, actualmente, Sicilia, se retiran y anuncian su reaparición.
Lea AQUÍ el artículo completo en su Revista APLAUSOS Nº 1955
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